martes, 24 de marzo de 2009

Papelitos

Abundan los papelitos. Están atravesando el país de norte a sur. Son tiernos. Invitan con delicadeza a los padres a acostar temprano a sus pequeños (lo niños buenos se acuestan temprano) ya que sino ellos mismos lo harán. No firman. Como todas las almas buenas permanecen en el anonimato.
Hablaba con M. de los papelitos. M. defiende la idea, dice que es una buena solución. Es la mejor forma de acabar con “esa gente”. M. tiene un buen muchacho, que va de la casa al colegio todos los días y a quien su situación económica le permite darle todo lo que quiere. El hijo de M. tiene 17 años y hace dos no sabía como manejar un teléfono publico. Es fácil hablar de la muerte de los demás cuando no son tus familiares ni amigos los que están en peligro.
M. insiste en que cada quince años se hacen estas purgas y que está bien, que es necesario. Acepta que hay un problema social de fondo pero a él en el fondo tampoco parece importarle. Los papelitos dicen que se eliminará a las prostitutas y los maricas y los basuqueros. En algunos casos. En otros se trata de amenazas vagas que no señalan a nadie en particular, sólo a aquellos que violen el extraoficial toque de queda.
E. dice que esa es la ley y que hay que obedecerla. Le gusta caminar de noche alguna veces, ahora prefiere recluirse en su casa mientras pasa los canales uno a uno sin encontrar nada que le interese.
Decía William Ospina en su ensayo “¿Dónde está la franja amarilla?”, que la ceguera de nuestros dirigentes es tan grande como su ineptitud y que cuando se habla de sicariato se conforman con prohibir los parrilleros hombres de las motocicletas. No más. ¿Las mujeres no saben disparar?
Va a haber limpieza social en el país. Al menos eso parece. Se encargaran de un montón de personas que serán asesinadas de manera impune (el aparato legal colombiano no da abasto con para-narco-yidis-guerrillo-dmg-politica, como para hacer algo con esta nueva situación a menos que se perpetren masacres) y limpiaran las calles del país para hacerlas más seguras. ¿Seguras para quién?, me preguntó, si tengo que temer hasta de mi sombra si decido salir a caminar una noche a fumarme el cigarrillo que Isabel no me permite fumar en casa.
Miro a Samuel que destroza otro libro con sus manos felices y me preguntó en qué clase de mundo le tocó venir a dar.

martes, 17 de marzo de 2009

La experiencia metaficcional

Conocí el termino metaficción a partir de la explicación que da Stephen King en el volumen sexto de su serie de “La Torre Oscura”. King la usa para justificar su propia inclusión como personaje en las aventuras de Roland aunque confiesa que el término le choca por pretencioso.
En mi caso particular pretendí utilizarlo en la primera fase de este blog para narrar una serie de hechos que tenían lugar en una distopía caótica que tenía lugar en un futuro no muy lejano. Sin embargo esta idea fracasó al no tener un conjunto amplio de seguidores que día a día siguieran el intricado laberinto de mi mundo y constantemente se quejaran de la confusión que les generaba al punto de no volver a leer el blog porque se sentían perdidos y ajenos. Isabel siempre fue uno de sus más aguerridos críticos. Sin embargo la experiencia, a pesar de su dificultad, ha sido una de las más formativas que he tenido como escritor. (Para quienes llegaron tarde y desean tener luces sobre este ejercicio deberán devolverse al primer centenar de entradas que se sumergía en pistas falsas, locuras y catástrofe).
Abandone la experiencia, muy a mi pesar, porque resultó también demasiado agotadora. Sin embargo apuntó a tener pronto un volumen completo que de cuenta de todo el universo de Atón, Skin, Giftys y demás personajes de “Los Hijos del Neón”.
A partir de las entradas sobre mitología y temas relacionados el blog ha pasado a tener otro aspecto y otro espíritu para quienes hasta hoy lo han seguido. Las experiencias de un escritor novel que se está introduciendo en el complejo mundo de la edición y la publicación, pero antes que nada de quien ama las letras por sobre muchas otras cosas sobre el mundo (Isabel odia estas declaraciones).
A todos los que me han seguido hasta aquí les doy las gracias por su constancia y espero que sepan entender que aunque la experiencia metaficcional ha llegado a su fin en el mundo virtual, la experiencia vital en cambio sobre el complejo mundo que nos rodea tendrá su continuación.

lunes, 16 de marzo de 2009

Pequeña bibliografía para aficionados a la mitología

Como ya he dicho anteriormente no soy, ni pretendo ser, un experto en el tema de la mitología. Lo único que le recomendaría al explorador novato es que lea sobre el tema desde diferentes frentes y sólo después de ello tome partido o siente una posición. Una cosa más, intentar siempre leer las versiones originales de los textos míticos.
El primer autor a conocer es, por supuesto, Claude Levi Strauss. Este antropólogo estructuralista es una de las mentes más lucidas del mundo intelectual contemporáneo. Conocí la obra de Levi Strauss durante mis años de universidad y debo decir con franqueza que a pesar de lo comprensible de sus argumentos es también uno de los autores más soporíferos que he leído. Por supuesto su obra no pretende ser literaria sino académica, no escribe una novela, describe anatómicamente una historia. Una de las últimas cosas que supe del trabajo de este autor, a quien le debo una exploración más profunda, es que pone la comida en un lugar crucial dentro del estudio de la mitología. Su propuesta parece ser interesante aunque se tenga que llevar un barril de café para soportarlo.
Otro de los imprescindibles es Mircea Eliade. El tono de sus escritos, aunque igual de académico, tiene muy poco de soporífero. Es un autor vital (incluso escribió un par de novelas), sobresale su Mito del Eterno Retorno, en el que avala por una existencia del mito casi atemporal. Para Eliade, cuando se narra un mito el oyente se traslada al tiempo del mito, una temporalidad primigenia que se renueva cada vez. El Chamanismo y las Técnicas Sagradas del Éxtasis es otro de esos libros en los que hay que adentrarse. Es diciente además que estos dos autores no trabajan sólo en el campo de las mitologías paganas politeístas son que exploran los temas y recursos de las creencias primigenias.
No se puede dejar de lado así mismo “La Rama Dorada” de Frazer, obra monumental y portentosa donde las halla, aunque su autor sea redundante y reiterativo a más no poder. La obra completa es de doce tomos pero en español se publicó gracias al Fondo de Cultura Económica una versión más redonda y menos extensa en la que el autor pone todo su arte y empeño en exponer su tesis de una manera menos adornada. No se trata de un resumen ni de una condensación sin embargo sino de un texto más económico en sus ejemplificaciones tal y como el autor expone en su prefacio.
Por supuesto nunca debería dejarse a un lado la obra de Joseph Campbell quien en sus cuatro volúmenes de “Las Mascaras de Dios” realiza un espectacular recorrido a través de las mitologías más relevantes del mundo entero. Su exposición clara, apasionada y muy interesante se hace cargo de un lenguaje diáfano y entretenido. La obra completa de Campbell, que abarca más de una docena de títulos hace hincapié en el valor de la mitología para nuestro mundo actual.
Los amantes de la mitología sumeria no deberían dejar de visitar el texto original del Enuma Elish así como el Gilgamesh, en tanto que quienes prefieren la mitología nórdica deben visitar una y otra vez la Edda Mayor y la Edda Menor.
Textos y autores, faltan por supuesto, pero quienes pretendan iniciarse en el estudio de la mitología deberían recorrer las obras de algunos de estos autores.

lunes, 9 de marzo de 2009

¿Tecnofolclore?

Pretendía salirme de la discusión sobre mitos y folclore con una breve pero útil bibliografía sobre libros y autores recomendados para quien quisiera ahondar más sobre el tema. Sin embargo, una muy buena amiga mía, me ha cortado por lo sano preguntándome si consideraba la existencia actual de un tecnofolclore.
La pregunta es espinosa, cortopunzante y esconde la más perversa de las intenciones, de eso estoy seguro. Afirmo esto porque para un lego como yo hablar sobre este tipo de temas es físicamente doloroso. Casi puedo escuchar como mis neuronas van reventando una a una mientras elucubro sobre estos temas académicos. Quienes me conocen saben que soy uno de esos escritores perezosos, de aquellos a los que no les gusta ahondar ante el origen de las historias o el complejo de Edipo o esas cosas. En las últimas semanas sin embargo, y a costas de un futuro aneurisma (lo sé, esta ahí esperando) me puse a repasar viejas reflexiones en polvorientos libros que no leía hace como un millón de años y todo por culpa del dichoso libro de mitos (ya terminado), de Isabel (quien insistió en espolearme) y de D. (quien ahora debe estarse riendo de lo lindo en tanto yo me reviento la cabeza aunando todos estos cabos sueltos).
A pesar de mis lecturas de mitología comparada (que me mataron cualquier esperanza de creer en dios) seguí creyendo durante mucho tiempo que la mitología era un tema muerto y enterrado, en el cual sólo se interesaban sesudos estudiosos de la talla de Levi Strauss, Eliade o Campbell. Sin embargo una tarde mientras escuchaba a un grupo de amigos hablar sobre la última sesión de Vampiros (un juego de rol, aclaro para los que no son ñoños) me puse a reflexionar sobre el asunto.
Mis amigos hablaban con la propiedad de héroes épicos acerca de razas de vampiros, combates, artilugios mágicos, armas de nombres impronunciables, y hechizos en latín. Mientras tanto yo iba arrebujado en la esquina más incomoda del viejo escarabajo en el que viajábamos sin entender un tres de todo aquel galimatías. No sólo descubrí que ellos tenían todo un lenguaje especializado sobre el tema sino que poseían un saber que les era propio y una sabiduría tribal desde la cual veían el mundo. Desde ese momento me aventuré con espíritu de antropólogo a estudiar que diantres era un juego de rol, como funcionaba y, en resumidas cuentas, de que iba todo aquello. Lo que descubrí me sorprendió. Sus conversaciones, sus historias, su lenguaje tenían un deje de mitología que no podía con ello. Es decir, aquellas historias dejaban pronto de ser un juego para pasar a ser parte de un cumulo de narraciones compartidas que les eras propias y que en muchos casos sólo ellos podían comprender sus simbolismos y alcances. Mis amigos no eran primitivistas, les encantaban los juegos de computadora, salían cada vez que podían a tomarse unos tragos y a buscar un buen ligue y adoraban la vida en la ciudad más que cualquier otra cosa en el mundo. Eran freaks, es cierto, pero freaks funcionales y a ratos en todo caso.
Comparé todo lo que vi y lo que viví (no se puede escapar del juego de rol) y lo comparé con los estudios de Campbell y de Eliade y descubrí que sus historias se adaptaban de cabo a rabo con la sistematización que de los mitos realizaban ese par de académicos. Concluí entonces que la mitología no estaban muertas, indagando más en el asunto y en la literatura fantástica me di cuenta que muchos de los símbolos de la actual ciencia ficción y literatura fantástica contemporánea se correspondían con las antiguas mitologías.
Hoy en día sigo creyendo lo mismo. Los mitos siguen produciéndose aún hoy en día, los antiguos símbolos siguen perviviendo en nuestros relatos y nuestras creencias, seguimos intentando organizar nuestro mundo a través de palabras y ritos que compartimos entre unos pocos de nosotros. Y puntualizo, entre unos pocos de nosotros. No creo, bajo ningún concepto, que la tan mentada globalización pueda hacer que unifiquemos todos nuestros sistemas de creencias bajo unos relatos globalizantes que nos sean comunes a todos. Vivimos en una era de tribus urbanas que comparten valores, ritos y creencias que aunque simbólicamente se puedan corresponder con los de otros grupos, difieren en forma, objetivos y características tanto como la mitología nórdica difería de la griega y esta de la judía o la africana.
¿Podemos llamar a ese conjunto de creencias tecnofolclore? Creo que es un nombre tan bueno como cualquier otro, creo que se puede adaptar ya que nuestra época está tan mediada por los avances tecnológicos que influyen en las formas de nuestros relatos más íntimos y pesadillas más oscuras.
Estoy atento a cualquier pregunta que quieran realizar, pero ojo, ustedes serán los responsables de mi aneurisma.

viernes, 6 de marzo de 2009

Tecnomito y leyenda urbana.

Comencé esta serie de artículos buscando mostrar la serie de líos en los que me había metido por cuenta de hallar fuentes fidedignas para hacer mis adaptaciones sobre mitos. Hoy pretendo iniciar su fin hablando del tecnomito y las leyendas urbanas y en una próxima sesión remataré con una bibliografía cuidadosamente seleccionada para que todos aquellos interesados en la mitología puedan recorrer con mayor seguridad su sendero.
Conocí la palabra tecnomito por la pluma de Michael Crichton que, a su vez, se la adjudicaba a un apócrifo profesor norteamericano. Sucedió con el poco valorado libro “Jurassic Park”, una fuente de mis mayores placeres y delicias dentro del campo de la ciencia ficción contemporánea. Pero divago.
Aunque sabía de antemano que la mitología no ha muerto sino que constantemente se reelabora y reinventa, el termino me gustó lo suficiente como para adoptarlo. Con esto último quiero decir que no se trata de un término oficial (aunque varios interesados en el tema también lo están adoptando) sino vernáculo. El tecnomito son nuestras nuevas explicaciones acerca del universo tomando como partida ya no a los vetustos dioses sino a las formas de vida extraterrestres o a grandes conspiraciones corporativas. Nuestros dioses actuales reflejan aún nuestros desconocimientos, maldad interna y nuestra fe en la ciencia.
Las leyendas urbanas, como su nombre lo dice, mantiene las mismas estructuras de las leyendas pero dentro de un ambiente lleno de edificios y carros y aviones.
Hay un libro espectacular de Neil Gaiman llamado “American God´s” que se basa en la tesis de cómo se habrán modificado los dioses paganos al entrar en tierra americana. Cómo sobrevivieron a esos terribles viajes y luego se adaptaron al entrar en contacto con esta tierra inmensa. Un libro que habría que leer. De hecho no sólo una vez.
Tenemos nuestra propia mitología y no es muy ajena de aquella que tenía al que despectivamente denominamos “primitivo” o “salvaje”. Aún el ateo tiene su propia campo de creencias y lo llama ciencia. Pero esa ya es otra discusión.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Cuentos del folclore: El duende



Uno de los personajes más reconocidos mundialmente es el duende. Para muchos se halla asociado con los elfos, para los irlandeses son los leprechauns, los Danoie sidhe, etc. En Latinoamérica el duende asume una forma especial, la de un niño tocado con un sombrero grandísimo, que acosa mujeres, le gusta la música, trenza los cabellos de niñas y animales y secuestra a los niños.
El duende no es una leyenda, no representa una fuerza de la naturaleza pero tampoco es una divinidad, ni tan siquiera es humano. Los orígenes del duende se han perdido en la oscuridad de los milenios pero existe. Es uno de los mejores representantes de un cuento del folclore.
Si rastreáramos la figura del duende con las herramientas del mitólogo o del antropólogo, muy probablemente nos encontraríamos con una deidad antigua. Tal vez. Algunos asumirían que se trata de un cuento de hadas, sin embargo no hay una estructura en la historia de este duende, a lo sumo se encuentran uno o dos relatos que tienen muchas variaciones y que no se han generalizado.
El duende existe. La gente lo ve, ha hablado y pelado con él aún hoy en día.
Este tipo de criaturas también hace parte de la mitología de un pueblo, se trata probablemente de remanentes de antiguas creencias o cuentos que buscan explicar la desaparición de niños en los pueblos.

lunes, 2 de marzo de 2009

Mitología: mitos, leyendas y cuentos de folclore….

Si las distinciones entre mito y leyenda resultan complicadas, el nivel de confusión puede aumentar si se añaden las historias del folclore.
Recapitulemos:
Mito: Relato en el que se muestran las relaciones de los dioses entre ellos, con el universo y con el hombre. Con este último sin embargo el tipo de relación presentada es siempre vertical. El ser humano es siempre un personaje secundario.
Leyenda: Relato que habla de las relaciones del hombre con el hombre y con su entorno. Si aparecen los dioses por lo general lo hacen en un carácter secundario, como ayudantes o auxiliares en sus aventuras.
Mitología: Corpus de relatos, por lo general orales, que dan cuenta de todas las creencias de una cultura o un pueblo.
Como relatos del folclore podríamos definir a toda aquella historia que se halla dentro de un proceso de degradación (una leyenda que ya no se considera tan importante, un mito que por razones de colonización o choque cultural se va quedando relegado, historias de personajes menores dentro de las creencias mitológicas)
Como ya veo que me he vuelto a meter en camisa de once varas dejo aquí un pequeño (continuara…) y seguimos en la próxima sesión.