jueves, 28 de julio de 2011

Colombia: nuevas lecturas, nuevas historias

Hasta hace poco tiempo, un par de años quizás, leer literatura colombiana era para mí lo mismo que cruzar un campo minado. Aparte de Opio en las nubes, de Rafael Chaparro Madiedo y Changó, el Gran Putas, de Manuel zapata Olivella, literatura colombiana sólo era sinónimo de Pornomiseria. Lo único que me impulsó a leer Rosario Tijeras, fue ver el delicioso cuerpo de Flora Martínez en su adaptación cinematográfica. Puro morbo. De alguna manera creo que en eso me identifico con el colombiano masculino promedio, en el morbo. Sin embargo una vez superado, me pongo a ver otro tipo de elementos como el ritmo literario, la verosimilitud de los personajes, la coherencia de los hechos y la cohesión de la narración; como el cliente de un burdel que después de su primera revolcada se pone a ver el color de las paredes y la calidad de la decoración. Uno de esos libros que me habían atraído con anterioridad fue La lectora, de Sergio Álvarez, que a pesar de tener una buena anécdota, la trama paralela del libro la echa a perder casi por completo, porque no es creíble, porque ese supuesto libro está mal escrito. No es al único al que le ha pasado esto por supuesto. El protagonista de Misery, quien se supone es un escritor de renombre, escribe una bazofia, que haría que cortarle los dedos de las manos fuera más un favor que una tortura.

En esta sesión de vacaciones decidí atacar al menos tres producciones colombianas. Dos de Santiago Gamboa (Perder es cuestión de método y Necrópolis) y, debido a los infinitos comentarios de Danny, mi bibliotecario de cabecera, me decidí por El ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez, autor del que no sé nada más.

Fue una experiencia mejor de la que pensaba. Y digo mejor, porque en la última década los fenómenos del sicariato, del tráfico de drogas, de la prostitución, del secuestro, marcaron de manera indeleble las letras colombianas. En algunas ocasiones porque se trataba de una herida que debía ser tratada, en otras porque el afán mercantilista buscaba relatos fácilmente adaptables al género audiovisual. Y así debimos soportar también en las telenovelas y el cine, el exceso de historias sobre lo mismo; el mismo guión de Victor Gaviria donde gonorrea, era la palabra más frecuente. Teníamos los noticieros y teníamos pornomiseria y teníamos realidad y cualquier propuesta diferente no tenía cabida en las vitrinas de las librerías ni en las pantallas ni siquiera en las salas de teatro. Cocaína, prostitutas, balas y malas palabras eran el pan de cada día de nuestra dichosa realidad y de nuestro dichoso arte. No había escape.

Las cosas parecen haber cambiado. Perder es cuestión de método, no es muy diferente de su versión cinematográfica. Una versión muy gris, muy de la novela negra, de la vida de un periodista de crónica roja, metido en algo que se le sale de las manos. La novela tiene buen ritmo y atrapa fácilmente al lector. Necrópolis es otro cuento. Es una historia donde una multitud de personajes se reúnen en un congreso sobre la memoria y cuentan sus diversas historias. Se trata casi de un libro de diversos relatos aunados por una suerte de metahistoria. Sin embargo cada voz está muy bien delimitada y el lector empieza a querer saber más de la relación de todos esos personajes. La novela se halla situada en Jerusalén, en medio de las guerras y los disturbios, el congreso tiene lugar en un hotel, que a menudo recibe los impactos de las explosiones. Uno de los personajes cuenta la historia de una víctima del paramilitarismo colombiano, en clave de adaptación del Montecristo de Dumas. Nos encontramos así con una alegoría dentro de la alegoría.

El ruido de las cosas al caer, termina siendo una historia que se lee de prisa pero que exige lentitud, saborear cada palabra, cada giro de la historia, cada momento descrito. La historia se centra en el impacto que ha tenido la violencia del narcotráfico en la generación nacida en los primeros años de la década de los setenta, en como esa violencia ha signado cada uno de los actos y vidas de esa generación. Aunque no nos haya tocado directamente, todo colombiano fue tocado, señalado, víctima de esos actos. El nombre de Escobar sale nombrado sólo un par de veces. No hay una sola señal de crueldad. La pornomiseria no tiene lugar aquí. Creo que hay dos o tres putazos, no más. El libro tiene un muy buen ritmo, que en algunos momentos acusa la influencia de Javier Marías, y llega a un final que explica todo y que sin embargo queda abierto y deja al lector expectante, atento a eso que se le viene encima.

Más allá sin embargo, de poder encontrar tres buenas historias, también hay un suspiro de alivio. En la medida en que muchos de los elementos de esa violencia que nos signó a todos, de esos enfrentamientos bárbaros que nos siguen tocando (no, el narcotráfico, la guerrilla, el paramilitarismo y la corrupción están ahí vivos y triunfantes) se mantengan como elementos de fondo de las historias que se narran y no como los únicos protagonistas posibles, se podrán trazar nuevas historias y construir otro tipo de futuro desde la ribera literaria.

Mario Mendoza, en alguna de sus entrevistas, menciona que el realismo degradado es la ciencia ficción latinoamericana. No es cierto. Pero en la media en que escritores como él, como Gamboa y como Vázquez, se dediquen al oficio de la literatura y no al de la catarsis, es posible que podamos disfrutar en unos pocos años de una literatura fantástica y de ciencia ficción colombiana; será posible quizás que las editoriales dejen de buscar pornomiseria y se dediquen a publicar buenas historias, aunque no se puedan adaptar fácilmente al cine y a la televisión.

martes, 26 de julio de 2011

De los matasanos

Lamentablemente en Colombia los médicos se han ido acabando y gracias a la Ley 100 ahora sólo tenemos matasanos. Así se referían en antiguos tiempos a aquellas personas que se dedicaban a la medicina con muy malos resultados. Así nos tenemos que referir a los “profesionales” que pretenden evaluar nuestras dolencias en cinco minutos.

Recuerdo hace mucho tiempo, cuando era niño, cuando mi madre me llevaba al médico, que este preguntaba por todo y me examinada por todos lados. La consulta se extendía por más de media hora y sólo me llevaban por mi bendito problemas con las amígdalas. De hecho creo que mi madre tenía un médico de confianza, porque en esa época existían médicos de confianza. Médicos que eran de cabecera. La gente iba a un médico que conocía no sólo una historia clínica sino una historia familiar. Y lo último, lo último era el dinero. El dinero se pasaba después de la consulta, no antes. De hecho en los pueblos, y tengo familia en pueblos, la gente pagaba con lo que podía en muchas ocasiones, con huevos, con gallinas, con una hija… con cosas así, valiosas. Hoy en día, a los pueblos también llegaron los matasanos, reduciendo el concepto de salud a uno más de mendicidad. La salud para los más necesitados es un calvario que consiste en un círculo terrible de rogativas, ora en una ventanilla ora en otra.

Si bien para la población masculina ir al médico nunca ha sido una actividad bien vista, para las mujeres resultaba algo imprescindible. Sin embargo hoy le mencionó a mi madre o a mi esposa la necesidad de darse un chequeo anual y ellas me miran con desdén. ¿A qué se va al médico hoy en día? El primer tormento consiste en intentar obtener una cita. El segundo en que el matasanos de turno pueda atender más de dos síntomas. Si se tienen dos dolencias diferentes hay que hacer dos citas. En la época de las personas multimodales, surgen “profesionales” que parecen no poder atender más de una cosa a la vez. Sin embargo no todo es culpa de ellos, les ha tocado ajustarse a unas leyes y unas regulaciones por lo demás insólitas, que buscan el bien de unas instituciones antes que la de los pacientes.

Es triste sin embargo ver cómo la imagen de los médicos han ido descendiendo en el imaginario popular. Antes un médico era casi una deidad, hoy en día, es un burócrata al que se maldice cuando se cierra la puerta. Uno entra a un consultorio necesitando a un Dr. House, a un J.D. o al menos un Dr. Cox, como los de Scrubs para encontrar sólo un oficinista sin autonomía.

Será ciento lo qué dice mi madre, que todo tiempo pasado fue mejor…..

martes, 19 de julio de 2011

Ciencia Ficción y Fantasía en Colombia

Según el artículo de El Espectador, ¿A dónde te fuiste fantasía? http://www.blogger.com/(http://www.elespectador.com/impreso/cultura/articulo-284469-donde-te-fuiste-fantasia [19/07/11]), las librerías Francesa y Nobel han convocado para esta semana unas tertulias sobre literatura fantástica con el fin de que se reencuentren los viejos y nuevos lectores de este género literario. El tono del artículo sin embargo es precario y generalizador. Por un lado se apega a la definición de Todorov de lo que es Fantasía, desvinculando así a autores como J. R. R. Tolkien o C.S. Lewis, quienes se hallan fuera de estas definiciones. En segundo lugar desconoce la existencia de una tradición fantástica latinoamericana anterior a Borges y a Cortázar; y en tercer lugar sitúa el origen de la literatura fantástica en Estados Unidos con las obras de Poe y Lovecraft, cuando la literatura fantástica nace en Europa, a finales del siglo XVIII.

La información de El Espectador es superficial y desconoce además una responsabilidad esencial en la existencia de escritores de literatura fantástica en Colombia, la editorial. Dice este mismo informe que Colombia posee una tradición más realista. Esto es inexacto y desconoce las tradiciones por las cuales se ha dado esto. Colombia es uno de los países más conservadores de latinoamerica, en donde hasta los gobiernos liberales llegaron a considerar a los indígenas como símbolos de atraso y propusieron la solución de exterminar la mayor cantidad de negros e indígenas, como sucedió con el gobierno de Rafael Uribe Uribe. Uno de los efectos de este tipo de políticas se refleja en el campo educativo, donde las editoriales y docentes aún se inclinan hacia los textos moralizantes y aleccionadores como los más indicados para el público infantil y juvenil. En donde los padres se escandalizan ante una escena de corte sexual por considerar que los “niños” no deben saber de esas cosas. Nuestras editoriales son así, pacatas y conservadoras, al menos hasta donde las cifras lo den. Porque de la misma manera salen a la luz porquerías como “El cartel de los sapos” o libelos de mierda que hablan sobre las prepago colombianas.

Son pocos los intentos de publicación de literatura fantástica en nuestro país. Uno de ellos es Vampyr de Carolina Andujar. Que se dio a conocer primero de manera independiente, y luego si publicado por Editorial Norma. Otro de los ejemplos es Egon de Edgard Westendorp, colombiano a pesar del apellido. Qué decir de la obra de Antonio Mora Vélez o de René Rebetez, que parece ser más conocida por fuera que dentro de Colombia.

La literatura fantástica en Colombia no ha tenido mucha oportunidad, la verdad sea dicha, porque se hallan más interesadas en las historias de sangre y cocaína, que puedan ser llevadas más rápidamente al cine o a la televisión. Incluso los editores se ufanan de publicar este tipo de obras, como quien crea una nueva franja editorial.

La literatura fantástica Colombiana, señores de El Espectador, se halla viva, en la medida en que a las editoriales les interese publicarlas y se den a la tarea de descubrirla.

sábado, 16 de julio de 2011

LAS VANGUARDIAS EN EL AULA

1. Donde se introduce al lector y se propone el objetivo del presente trabajo.

Los movimientos vanguardistas nacieron a comienzos del siglo XX en Europa, debido a los múltiples cambios, tecnológicos, económicos y sociales que se estaban presentando. Se sumaba a ello, empero, un ánimo pesimista. Se respiraba ya el aire de la preguerra y, para bien o para mal, el mundo no volvería a ser el mismo. En medio de ese espíritu, en lucha contra el ánimo decadentista que se había tomado a Europa, un conjunto de escuelas pictóricas, plásticas y literarias buscó nuevas maneras de ver el mundo, en donde se respondiera a los procesos de mimesis para acariciar la creación de nuevos mundos, los que por contraste, denunciarían lo que se encontraba mal en la época.

Alimentados por las maravillas que habían conquistado la tecnología, como el aeroplano y el automóvil, los artistas comenzaron a conceptualizar las funciones de su arte. Pero los nuevos alcances tecnológicos no consiguieron la prosperidad ni la igualdad para todos. Se comprobaba que el ideal propugnado por la Revolución Francesa, aquel viejo grito de Libertad, Igualdad y Fraternidad había fracasado. El nacimiento de una nueva teoría económica propuesta por Karl Marx, revivía al mismo tiempo el impulso renovador, mientras la polémica teoría freudiana irrumpía en la impoluta sociedad victoriana cambiando su visión sobre la infancia y la sexualidad. La suma de todos estos elementos hizo necesario también un nuevo arte. Así surgieron los movimientos vanguardistas.

Si aceptamos que los movimientos vanguardistas eran necesarios para cambiar no sólo la visión del arte, si no la que se tenía del mundo. También debemos aceptar que es muy poco probable que la suma de elementos que las hicieron posibles tampoco se repita. Las vanguardias cumplieron su cometido y luego fueron absorbidas por el sistema o se replantean una y otra y otra vez. Hoy en un mundo globalizado, donde cada día hay una nueva teoría económica, o un nuevo descubrimiento médico, o avance tecnológico, nuestra capacidad de sorprendernos parece ser menor. Esto parece tener una mayor repercusión en el campo que nos ocupa, la literatura. Y en especial, la poesía. Toda la poesía que un joven de quince años tiene se halla repartida entre Ricardo Arjona y don Omar.

Al menos eso es lo que podríamos pensar.

El objeto del presente trabajo es mostrar que las diversas vanguardias literarias todavía tienen un peso y un impacto dentro de quienes las descubren por vez primera. Muchas veces ese descubrimiento tiene lugar en el aula de clase.

2. Donde se presenta el problema de la poesía en la escuela colombiana.

La poesía tiene una gran importancia en el desarrollo lingüístico y cognitivo del ser humano en primer lugar suelen aparecer las canciones de cuna, seguida de las adivinanzas, trabalenguas, retahílas, limericks, algunas expresiones del non sense, Rafael Pombo y poco más. Dependiendo de la fortuna del ser humano en desarrollo se encontrará después con José Asunción Silva, Oliverio Girondo y Mario Benedetti (seguramente servido a través del estereotipo de El lado oscuro del corazón). Eso, si bien le va. Por lo regular ahí se acaban las cosas. La mayor parte de los docentes ubican la poesía obligadamente en las planeaciones y las tiran en manos de los estudiantes como si se tratara de una criatura apestosa a la cual hay que resignarse, aceptar y olvidar. En la escuela colombiana de hoy, el lenguaje más marginal, suele ser el poético.

Esto tiene muchas razones de ser, por supuesto. En primer lugar la poesía ha ido perdiendo su lugar privilegiado en el mundo literario en detrimento de la novela y, tal vez, de la música popular. En segundo lugar, para el común de las personas, poesía es sinónimo de oscuridad . Las herramientas que se tienen para acercarse a la poesía son pocas o nulas. Se conocen algunas figuras poéticas: se puede hablar de hipérbaton, metáfora, elipsis, epítetos, comparación, etc.; se pueden trabajar algunos autores: Netzahuacoyotl, león de Greiff, Juan Manuel Roca, Miguel Hernández, Aurelio Arturo, X-504, Vicente Huidobro, cesar Vallejo y Pablo Neruda entre otros; se puede hablar de movimientos literarios: Modernismo, Creacionismo, Generación del 98, Cuadernícolas y Nadaísmo; ¿pero qué herramientas existen para poder entender lo que dicen los poetas? En últimas no se puede enseñar sensibilidad.

Las últimas generaciones no tienen un vocabulario para hablar de poesía. En ocasiones tanto docentes como alumnos no hacen más que repetirse unos cuantos versos ya desgastados, ya sin contexto. La enseñanza de la poesía llega en muchos casos como un diálogo entre un sordo y un mudo. Los adolescentes ya no se enamoran con poemas, ya ni siquiera se dedican canciones.

Si la poesía es un acto cotidiano en la niñez, es un lenguaje habitual en los primeros años de escuela, se convierte en la secundaria en un idioma afectado que sólo se atreven a practicar unos pocos. Niños ermitaños, marginados, pertenecientes a una fauna al borde de la extinción.

La poesía suele ser un cronopio, un verde, erizado y húmedo objeto, como nos enseñó Cortázar. Es algo que sabemos que está ahí pero en pocas ocasiones sabemos cómo abordar.

3. Donde se habla de las particularísimas reacciones de un grupo de adolescentes obligados a enfrentarse a la poesía y de los efectos que esta causó en ellos.

Son treinta. Están repartidos en dos salones, pero al fin y al cabo son treinta. El docente es uno. Vamos a hablar de poesía. Es lo que se pretende. Nos corresponde este período… Se ensaya. Trabajaremos sobre las vanguardias latinoamericanas… La primera reacción no se hace esperar, ¿Poesía? Nooooo. Odio la poesía.

Los adolescentes tienen una idea muy clara de lo que es poesía. Por supuesto, en secundaria no se comienza de la nada hablando de poesía. Bien que mal han visto autores y escuelas literarias y han escrito poemas ellos mismos. Saben lo que es un símil, una comparación, sorprende que también sepan la alquimia del conteo de sílabas. Los poemas deben rimar. Estructuras AA BB ABAB. Sonetos, versos pareados, pies yámbicos. Muy bien. Es un buen comienzo. Es aquí donde la ocurrencia surge: Un adolescente es, guardadas las proporciones, equivalente a un habitante europeo del siglo XX. El docente de filosofía ayuda, los sitúa en la época y el tiempo. Freud, Marx, Primera Guerra Mundial, adelantos tecnológicos, etc. Ya hay dos docentes. Siguen siendo treinta. Y Wikipedia. Wikipedia no ayuda (ante todo con el creacionismo). No por ser wikipedia, sino porque no leen lo suficiente a veces. No contrastan información, la mayor parte del tiempo.

- Las vanguardias son movimientos literarios que prescinden de las formas clásicas. No utilizan la rima.

- ¿No riman?, ¿es como un cuento?

- No, no son como cuentos, aunque hay muchos poemas narrativos…

- No, a mi me gustan los poemas con rimas.

- Pero aquí hay más libertad.

- …

- …

Un adolescente es, guardadas las distancias, equivalente a un europeo de principios del siglo XX. Descubren el cubismo y protestan contra él. Les parece terrible que alguien haya podido pintar algo tan feo como el Guernica. Las señoritas de Avignon, les parece un adefesio. No es claro lo que ese tipo pinta. ¿Y por qué pinta con esos colores? No entienden cómo alguien puede ser famoso pintando así. Hasta yo podría pintar algo así.

Son treinta y están amparados por la ley. Ellos, el docente no.

Apollinaire les parece simpático. Se lanzan a hacer sus propios caligramas. Toda línea impar termina en un infinitivo. Dos de cada tres poemas comienzan con ¡Oh!. Es un arduo proceso de sensibilización.

Aquí no aparecen mujeres con sombrero. Aparecen armas, blancas y de fuego, payasos diabólicos, un blackberry, una guadaña, un transportador, una carita feliz.



Caligrama sobre la locura: María. 9B.


La Rosa. Caligrama de Juan. 9B.

Se tranquilizan un poco. Le van cogiendo el tranquillo.

- Hoy vamos a hacer un ejercicio. Nos vamos a quedar callados por unos minutos. Tendremos papel y algo para escribir a mano. Cuando yo les diga ya, comienzan a escribir lo primero que se les venga a la cabeza, durante cinco minutos.

Así descubren el surrealismo. Primero la escritura automática, después el cadáver exquisito. Sin embargo les cuesta soltarse. El primer ejercicio resulta en una larga lista de palabras sin sentido aparente. Todo docente es algo psicólogo. Descubren la magia de la asociación libre. Los adolescentes, al igual que los habitantes del primer período del siglo XX, suelen rechazar la violencia que hay en ellos mismos. El trabajo resulta incompleto, con algunas pocas excepciones. Una de ellas termina diciendo,

Quiero tenerlo lejos muy lejos para así poder hacer mi vida ser feliz y poder volver a vivir en mi burbuja de cristal. La burbuja que nunca antes nadie me la había roto, pero usted maldito hombre la rompió sin compasión hasta que todos los cristalitos se perdieron con el viento.(Ana, 9B).

El trabajo más complicado es también el último. Descubren Altazor, descubren a Huidobro, descubren el creacionismo . Los primeros intentos se pierden en un montón de hojas arrugadas y tachadas. Sin embargo hacen una conquista, las vanguardias les permiten decir lo que quieran, mandan a cagar a Jesús, critican la institución educativa, rebanan simbólicamente al docente. Reducen la idea de crear un mundo nuevo en el poema a una mimesis de los mitos de creación. Son valientes, aguantan las críticas, lo vuelven a intentar. Se chocan con la más antigua de las figuras literarias, la metáfora.

- La metáfora es una comparación sin el uso del como.

- Sí claro, eso lo sabemos.

- Listo, háganle. Sin embargo recuerden que en el creacionismo se utilizan elementos contemporáneos para crear metáforas nuevas y sorprendentes.

- ¿Cómo así profe?

- Por ejemplo – el docente cita a Gibson -: “El cielo era del color de un canal muerto de televisión”.

- Putas metáforas.

- Perdón…

- Nada profe, nada.

No siempre los adolescentes se parecen a los habitantes de las primeras épocas del siglo XX.

4. En donde se pretende concluir acerca de un trabajo que no se ha concluido.

El habitante promedio del mundo contemporáneo –la anterior afirmación es falsa, debería decir: el habitante letrado del mundo contemporáneo- se halla acostumbrado a las características heredadas del mundo vanguardista. Poemas que se acercan más al hombre de a pie, poemas sin rima, con metáforas sencillas y cotidianas, poemas cortos en muchos casos que se pueden encontrar citados en el periódico, en una revista y en las paredes. Sin embargo desconoce mucho de la tradición que ha posibilitado esa expresión.

Los poetas vanguardistas fueron valientes y arriesgados al expresarse de la manera en que lo hicieron, dieron una batalla en la que perdieron muchas cosas y ganaron otras tantas, no tanto para ellos como para las generaciones futuras. No deja de causar asombro la carga de agresividad con la que a punta de palabras, se enfrentaron a la manera burguesa dominante de mirar el mundo. Es aquí, cuando enfrentamos a los adolescentes, los seres más histéricamente convencionales que existen, donde podemos tener un atisbo de lo que significó la tarea a la que se entregaron, al despojar a la poesía del carácter mimético, que se consideraba debía tener, para dotarla de un carácter más representativo y abiertamente simbólico.

Si en un adolescente, habitante icónico del siglo XXI, este tipo de poesía es capaz de generar violencia y estupor, podemos imaginar cuales fueron las reacciones que la poesía de vanguardia pudo causar en los más inocentes y desprevenidos habitantes del la primera mitad del siglo XX. Sus imágenes debieron de ser chocantes, terribles e incluso desmoralizadoras. El eco de su lucha y el tamaño de su impacto aún puede resonar, guardando las distancias, en el pequeño mundo de un aula de clase…

Fuentes de consulta:

• Creacionismo. Wikipedia. http://es.wikipedia.org/wiki/Creacionismo [Revisado en: 09/06/11]

• Historia de la literatura universal. De las Vanguardias a nuestros días. Tomo 9. Volumen I. Editorial Barsa Planeta. Barcelona, 2002.

• Historia de la literatura universal. De las Vanguardias a nuestros días. Tomo 10. Volumen II. Editorial Barsa Planeta. Barcelona, 2002. 

• Gran enciclopedia Espasa. Tomo 6. Editorial Espasa. Bogotá, 2005.

• Gran enciclopedia Espasa. Tomo 9. Editorial Espasa. Bogotá, 2005.

• Gran enciclopedia Espasa. Tomo 14. Editorial Espasa. Bogotá, 2005.

• Gran enciclopedia Espasa. Tomo 18. Editorial Espasa. Bogotá, 2005.

• Huidobro, Vicente. Altazor. Edición Electrónica.

Non serviam. Edición electrónica.

• Malatesta, Julián. La imagen poética: la asonada americana. Universidad de los Andes. Mérida, 2008.

• Textos de alumnos del grado 9B del Gimnasio La Colina de Cali.

viernes, 8 de julio de 2011

LA NOVELA NEGRA COMO LITERATURA DE FRONTERA


1. En donde se pretende realizar una introducción, con las dificultades que esto implica, y definir una tesis a trabajar, así como el personaje sobre el que basaremos nuestro ensayo.

Las ficciones populistas fundacionales (Sommer; 1993) buscaron la civilización de los terrenos fronterizos como una forma de hegemonizar la idea de nación. En efecto tanto La vorágine como Doña Bárbara muestran los llanos como un espacio agreste y salvaje en donde se necesita la presencia del estado para dar orden, en La vorágine, y para legalizar la tenencia de tierras y su distribución, en Doña Bárbara, por parte del colonizador - Arturo Cova, Santos Luzardo – venido, proveniente, originario, del interior. En este orden de ideas, la civilización, el núcleo de lo que es bueno y deseable viene del orden que se halla en las ciudades, en el interior.

Para Serje existen tres elementos que caracterizan la visión de la frontera como un espacio físico, a saber: 1) Las fronteras son metaforizadas como tierras de nadie, incógnitas, zonas rojas en donde la ley no hace presencia; 2) se romantiza y se erotiza la idea del salvajismo, se convierten así en lugares de ensueño donde se puede hallar el deseo, o el objeto de este; y 3) Se convierten en elementos estratégicos que deben ser conquistados y puestos al servicio del orden. (Serje, 2005).

En las ficciones de Rivera y Gallegos, se plasma de manera evidente las nociones tanto de Serje como de Sommer. Sin embargo con el correr del tiempo nacen otro tipo de ficciones, en donde se problematizan estas nociones porque estos mismos elementos se pueden hallar en el centro de la civilización, en las ciudades. La denominada novela negra (aunque también lo hace la ciencia ficción, el realismo sucio y la novela urbana) problematiza las tesis de Serje y Sommers, en cuanto pone las fronteras, no sólo como elemento geográfico sino también ideológico. Denuncia, que el proyecto de civilización emprendido en busca de la hegemonía en la construcción de nación, fracasa en cuanto que la noción de frontera se halla más allá del espacio físico. Así, el conflicto entre civilización y barbarie, se traslada al espacio en el que se supone la nación ha fundado su núcleo rector, la ciudad y en especial, las capitales.

El surgimiento y empoderamiento de las ciudades ha dado lugar a otros tipos de fronteras. Si bien, los diversos conflictos internos de Colombia y otros países latinoamericanos no han dejado de marcar una diferencia más grande entre las ciudades y las provincias, no es menos cierto que al interior de las urbes (y cuanto más grandes peor son) se ha ido construyendo nuevas fronteras.

El ejemplo paradigmático de este nuevo tipo de ficción, lo establece las obras de Paco Ignacio Taibo II. En especial su serie de novelas sobre el detective Héctor Belascoarán Shayne.

2. En donde se pretende llegar a definir unos elementos esenciales que describan la novela negra, a tener en cuenta dentro de la problemática establecida.

La novela negra es hija de la novela de detectives, aquella fundada por Edgard Allan Poe con Los Crimenes de la rue Morgue y La carta robada.. Sin embargo, este tipo de ficción no se centra de manera exclusiva en la resolución de un crimen, sino que este colinda con la acción.

El crimen ocupa ahora un lugar privilegiado y es el reflejo de la sociedad. Hay sangre y violencia. El foco ya no se centra en la resolución del enigma, se centra en el crimen. Se ha pasado del cómo al por qué. Ha pasado de ser un entretenimiento matemático a un entretenimiento literario. Importa cómo esté narrada.(Galán Herrera, 2008; Pg. 62)

Nos hallamos aquí ante una de las más importantes desacralizaciones de la noción del orden que las ficciones populistas fundacionales situaban en la ciudad. Más aún cuando el espacio de este tipo de novela es la ciudad y cuando el motivo central es el crimen como reflejo de la sociedad en que este tiene lugar.

Los primeros escritores reconocidos de novela negra son Raymond Chandler y Dashiell Hammett. Ellos ubican sus relatos en una Norteamérica en medio de la Primera Guerra Mundial y sus efectos, la Ley Seca, la corrupción, la mafia y el impacto que generó la caída de la bolsa. Una época dura que dio origen a nuevos conceptos de ver la nación y, en especial, la ciudad. Estos primeros relatos anteponían al caos la figura del detective, un tipo duro, marginal la mayor parte de las veces, que se liaba con la justicia de la época aunque en ocasiones perteneciera a las instituciones policiales, pero en todo caso fundamente humano, con sus virtudes y defectos.

El espacio privilegiado para su desarrollo fue la ciudad, un ambiente de alta peligrosidad, en extremo violento, donde el poder y el dinero motivan la acción, donde la noche es caldo de cultivo para los acontecimientos.(Galán Herrera, 2008; Pg. 66)

Se debe subrayar que la motivación de la novela negra es el crimen, pero más allá del crimen en singular, se trabaja alrededor de la violencia cotidiana, una violencia que va in crescendo y que se toma cada una de las páginas del relato.

3. Donde se caracteriza el personaje de Héctor Belascoarán Shayne y se muestra como es retratada la ciudad (y, por ende, tendrá lugar la consabida citadera) en estos relatos, amén de poder llegar a establecer la importancia que tienen las novelas de Paco Ignacio Taibo II en la problemática establecida. (ufff)

El personaje principal de las ficciones enmarcadas como novela negra de Paco Ignacio Taibo II, es el detective Héctor Belascoarán Shayne. Aunque sea tan mexicano como el mezcal, sus apellidos provienen de su padre, un marinero vasco y antifascista, y su madre, una cantante folk irlandesa. Originalmente el personaje es ingeniero mecánico y ha trabajado en General Electric. Típico Burgués, decide un día, terminar con la cotidianidad de sus días, tomar un curso de detectivismo por correspondencia, agenciarse una pistola y alquilar una oficina (que terminará compartiendo con un tapicero, un ingeniero de drenajes y un plomero) en el centro del D.F. Así accede al oficio que lo hará blanco permanente de agresiones y enfrentarse a las Fuerzas del Mal.

Belascoarásn Shayne no se identifica como detective privado, sino como independiente. Tiene dos hermanos. Una, recién divorciada y el otro, militante político y Sindical. Sus aventuras comienzan el día en que su mujer lo deja y tomarán verdadera forma cuando en el D.F. comiencen a ser perpetrados una serie de asesinatos por un criminal que se autodenomina Cerevro.

Su decisión no es gratuita, está basada en el hartazgo, en un profundo conflicto personal, Al carajo. Vivir era correr buscando un lugar donde meter la vida. Que alguien te metiera un tiro porque sí, para que mereciera la pena la tromba en la que uno danzaba. El amor era el fraude del que iban prendidos él y el viejito que pegaba timbres en las postales navideñas. (Taibo II, 1976; Pg. 17).

En estos relatos sin embargo, quien toma verdadero protagonismo es la ciudad. El protagonista es sólo un interlocutor que busca desentrañar toda la podredumbre y corrupción que se toman a México, haciendo un retrato visceral de muchos de sus espacios y momentos. Para esto establece fronteras que comienzan en la geografía y terminan en el último crimen,

Al norte, la Industrial Vallejo, una calle sin nombre, con dos fábricas, un baldío, una gran barda gris. En el rompevientos azul del cadáver, en la bolsa superior, junto a una pluma atómica y una libreta de direcciones, el primer mensaje: el cerevro asesina. Era la broma cruel, la última patada en el hocico a la muchacha muerta. (Taibo II, 1976; Pg. 27)

Aquí, espacio físico y evento trasgresor se suceden sin ninguna transición, se revelan como un solo elemento, ya que la urbe no es sólo un espacio físico sino un escenario para la historia,

Sólo escuchaba, esperando una cosa, saber por dónde empezar, en qué calle, en qué esquina iniciar el recorrido por el que iba a meterse en la vida de otra gente, o en la muerte de otra gente, o en los fantasmas de otra gente. Viérase como se viera, todo era un problema de calles, de avenidas y parques, de caminar, de picotear. Héctor sólo conocía un método detectivesco. Meterse en la historia ajena, meterse físicamente, hasta que la historia ajena se hacía propia. De manera que empezó a imaginarse las calles de Cuernavaca que rodearían el manicomio y no le gustó la idea. (Taibo II, 1985; pg. 25)

Y luego, No estaba muy claro si la ciudad podía considerarse un hogar, pero si algún lugar podía llamarse casa, en ése estaba. (Taibo II, 1985; Pg. 58)

Es importante resaltar que la ciudad, la selva de concreto, es un hogar antes que cualquier cosa, define al hombre como una criatura con unas características, formas de ser, unos vestuarios, un paisaje, un mobiliario que ve rutinariamente y unos medios a los que decide acceder, o no. La ciudad es descrita no sólo en función de los crímenes que existen sino de los que potencialmente aguardan a la vuelta de cada esquina, a cada paso. En cada una de las diez novelas que conforman el corpus se halla la lucha de un hombre, Belascoarán Shayne, contra un sistema corrupto y opresor que desborda en muchos casos las intenciones del detective,

Podía empujar, dar la lata, meterse en el asunto para descubrir fraudes, negocios sucios, billetes abundantes y en el camino dejar un buen pedazo de piel, o toda la piel y los huesos; encontrarse con que de cazador había pasado rápidamente a convertirse en víctima señalada por el dedo. ¿Era eso lo que quería? Sabía que cuando llegara al final, si llegaba, se iba a encontrar con una pared que impediría la justicia. Encontraría un muro de situaciones creadas, compromisos, escritorios, fuerza, costumbres, complicidades que abarcaban desde la última esquina del mundo del hampa hasta los cielos del poder, trenzados sutilmente a lo largo del tiempo. (Taibo II, 1985; Pg. 59)

Así se configura la ciudad también como un límite, señalado en este caso por la corrupción. El hombre que la habita, sea detective, plomero, ingeniero de desagues, tapicero; el hombre de a pie, tropezará siempre con obstáculos a la hora de intentar lograr su empresa, sea cual sea la que su(s) habitante(s) se propongan. Esta visión de la ciudad no se corresponde sólo con el D.F. que recorre Belascoarán Shayne. El lector latinoamericano se siente identificado con esa forma de ver la ciudad, como una trampa que todo lo devora y a la que no se puede dejar de amar,

El parque se encontraba tranquilo, pero ellos sabían que estaban sorteando niños kamikaze en bicicleta; que pasaban al lado de heladeros potenciales violadores; un conductor de un camioncito infantil que si hubiera nacido en Las Vegas, habría sido dealer profesional; una señora que venía de misa, y que si en 1956 el Germán se hubiera aventado sería reina de las putas de Tamaulipas; dos adolescentes que sin duda eran los reyes del tráfico de mota y chicle bomba; un policía esquinero nacido en León, Guanajuato, que había matado a su mamá con un molcajete ; dos funcionarios que aceptaban mordidas para extender permiso de tomas en fraccionamientos y que estaban poniéndose de acuerdo con las tarifas internacionales por el inicio de la inflación; la mamá de Sitting Bull a la que la miseria había condenado a la venta de pepitas, pero que en la noche preparaba pócimas para el amor y el envenenamiento. Huyeron de los patinadores asesinos, que por falta de presupuesto no habían puesto cuchillas afiladas en el borde de sus patines gringos de ruedas; pasaron a un lado de un macizo de peonías que ocultaban media docena de abejas salvajes africanas; observaron a un distraído guitarrista que rasgueaba las primeras notas del himno anarquista Hijos del pueblo y soñaba con bombas de múltiples colores, y salieron de aquel parque que exudaba paz y tranquilidad. (Taibo II, 1985; Pg. 121)

Estas múltiples visiones de la ciudad sólo pueden coincidir después de todo en un personaje que trascienda las diversas fronteras, que pueda ver el peligro pero también la ternura, o el peligro que entraña la ternura, es ahí donde se hace necesaria la figura del detective (en algunos casos periodista, como en la colombiana, Perder es cuestión de método), el personaje donde confluyen los aspectos más siniestros de la ciudad que habitamos, una figura fronteriza y marginal, donde confluyen los mejores, y peores aspectos de la ciudad latinoamericana,

No, yo detective, yo pura madre. Yo lo único que me pasa es que no sé escribir novelas, entonces me meto en las de otros. Yo solito contra el sistema, ya vas. Llevo cinco años cultivando el estilo, porque lo que es la puntería, con la .38 a diez metros se me pela un elefante. Estoy tuerto, cuando llueve cojeo, ayer me di cuentas que ya tenía canas, estoy más solo que perro esquinero, si no fuera por mis hermanos, no tendría a nadie a quien llorarle. No lloro nunca. Me emputa tanto como a ti, me reencabrona cómo se va consumiendo el país y lo van haciendo mierda. Soy tan mexicano como cualquiera. Ha de ser por eso que ya no creo en nada más que en supervivir y seguir chingando. A mí, el 68 se me pasó entre los ojos, y cuando me di cuenta, ya estaban los tanques en la universidad. Leí al Che a los 30, y eso porque una vez me quedé encerrado en una casa donde no había otra cosa que leer. Estudié ingeniería para hacer puentes, catedrales, drenajes, ciudades deportivas y terminé de ojete en la General Electric. ¿A mí qué me dices? Yo soy detective porque me gusta la gente. (Taibo II, 1985; pg.107)

En últimas, se entiende porque en el libro que relata su muerte, el Gremio de los Detectives Independientes, A.K.A. Héctor Belascoarán Shayne, le declara la guerra a las Fuerzas del Mal.



4. Donde se busca justificar la citadera del apartado anterior en función de los postulados de Serje y las propuestas realizadas por Sommer acerca de las funciones que tienen las diferentes ficciones en la construcción de los proyectos de nación.

Como se ha mencionado anteriormente, la novela negra se centra alrededor del crimen como reflejo de la corrupción de la sociedad. Está corrupción también difiere de muchas maneras dependiendo del crimen en que se centra la novela en particular, así como de las problemáticas sociales establecidas que se buscan evidenciar, durante el proceso. El personaje alrededor del cual se modalizan estos elementos. Una de las razones por la cual esto sucede es la situación fronteriza del detective, o personaje principal. Héctor Belascoarán Shayne, en sí mismo un buen representante del sincretismo latinoamericano. Es hijo de un vasco y de una irlandesa, pero sus modismos, formas de comportamiento y decisiones, lo catalogan como un latinoamericano típico. A ello contribuye el hecho de ser producto del mestizaje. Así mismo no pertenece a un estrato socioeconómico característico. A pesar de ser un ingeniero mecánico durante una parte de su vida, deja de serlo para ejercer un oficio inverosímil que lo ubica dentro de la marginalidad, máximo cuando es por esta ocupación que se enfrenta al sistema del que una vez hizo parte. Es curioso, por demás, que a pesar de estar por fuera del sistema sea él mismo un representante de este. Su posición contra las Fuerzas del mal, es a favor de una moral que sirve a un proyecto de construcción de nación , en donde se busca lograr lo que está bien para una sociedad. Desde este punto de vista, la figura de Belascoarán Shayne se halla un poco más cerca de Arturo Cova que de santos Luzardo, puesto que su papel no está en la construcción del proyecto de nación si no que se ve envuelto en situaciones que lo desbordan, muchas de las cuales se le escapan de la mano, lo que incluso lo lleva a la muerte. A diferencia de Cova, empero el personaje representado por el detective logra proponer posibilidades allí donde Cova sólo encuentra la desesperación.

En el espacio urbano propuesto por la novela negra no es posible hallar espacios físicos claramente delimitados como lugares que se hallen fuera de la ley o sean conocidos como zonas rojas, erotizados ni convertidos en elementos estratégicos. La figura del sistema corrupto es omnipresente y omnipotente. Sin embargo la figura del detective independiente, no privado, personifica las fronteras, ya que es él mismo quien al hallarse fuera del sistema se declara salvaje (incluso su apariencia física recuerda la de un proscrito, la de un pirata), él mismo se convierte en objeto del deseo de varios personajes femeninos y en algunas de las novelas del corpus de Taibo II, responde a un elemento estratégico dentro del tablero del poder.

Se debe tener en cuenta, sin embargo que la propuesta de la novela negra, desborda la idea de ficción fundacional, debido a la época en la que se constituye y la influencia de la modernidad. Lo que hace es establecer nuevos paradigmas revisionistas a los modelos de realidad que se presentan en la actualidad. Tal vez esa es una de las razones por las que sea tan difícil establecer la pertenencia de Belascoarán Shayne dentro de un estrato socioeconómico definido, ya que dentro de la realidad latinoamericana se está poniendo cada vez más en duda la conveniencia de los modelos económicos que nos rigen. De acuerdo con Mario Mendoza, a partir de los procesos que estamos viviendo,

(…) se viene un paso salvaje, del capitalismo salvaje al capitalismo depredador, eso causa sólo en América Latina 43 millones de indigentes durante los años 2009-2010-2011; desde esa perspectiva, creo que cada vez más el horror se va a imponer en nuestras sociedades, es decir, gente que va a pasar de la franja de pobreza a la franja de indigencia, multitudes de desarrapados por las calles, durmiendo debajo de los puentes, haciendo fuego en las horas de la noche (Mendoza, 2009)

Desde este punto de vista, las ficciones contemporáneas se hallan en la tarea no sólo de denunciar si no de realizar verdaderas propuestas alternativas al desastre. Dicho de otra forma, la novela negra, denuncia y propone una revisión profunda al modelo de ciudad existente, ya que este último sólo puede ser captado desde el crimen perpetrado.

5. Donde se pretende concluir porque hay que hacerlo.

En el presente trabajo se ha realizado una pequeña revisión del personaje principal de la serie de novelas sobre Belascoarán Shayne, propuesto por el escritor Paco Ignacio Taibo II. Esta revisión se considera relevante a la luz de la teoría de Sommer como una manera de ver que las ficciones contemporáneas pretenden construirse en un reflejo crítico de la realidad, en tanto no se pueden considerar, a la luz de la influencia de la modernidad, fundacionales. En el mismo orden de ideas se puede observar que las características de las fronteras propuestas por Serje son figurativizadas dentro de la novela negra en la figura del detective. Esto sucede porque no es posible confrontar los elementos de centro y de periferia de manera palpable en este tipo de relatos.



FUENTES DE CONSULTA:

• Giraldo Herrera, John Jairo. Entrevista a Mario Mendoza: El realismo degradado es nuestra ciencia ficción latinoamericana. http://www.letralia.com/224/entrevistas01.htm [11/06/11]

• Galán Herrera, Juan José. El canon de la novela negra y policíaca. http://iesgtballester.juntaextremadura.net/web/profesores/tejuelo/vinculos/articulos/r01/05.pdf [11/06/11]

• Serje, Margarita. (2005) El revés de la nación. En Universidad de los Andes (Eds.) El revés de la nación (pp.3-28). Colombia. Universidad de los Andes.

• Sommer, Doris. (1993). Ficciones fundacionales. En Fondo de cultura económica (Eds). Amor por la patria: el romance revisado del populismo en La vorágine y Doña Bárbara. (pp. 333-369). Colombia. Fondo de cultura económica.

• Taibo II, Paco Ignacio.(1976) Días de combate. (1ª. Ed). Colombia. Editorial Norma.

(1985). Algunas nubes. (1ª. Ed.). Colombia. Editorial Norma.

(1989) No habrá final feliz. (1ª. Ed.) Colombia. Editorial Norma.