domingo, 25 de octubre de 2009

LAS VANGUARDIAS O LA COMPOSICIÓN DEL ROSTRO LATINOAMÉRICANO

Yo, señor, soy acontista.
Mi profesión es hacer disparos al aire.
León de Greiff.

Si el modernismo significó que América cambiará el espejo de España por el espejo de Francia el surgimiento de las vanguardias significará para el continente latinoamericano el reconocimiento de su propio rostro, de su voz. Y lo hizo de la única manera en que le era posible, realizando un rompimiento con la sintaxis y con las formas tradicionales de escritura tomadas primero de España y después de la ilustración francesa. Puede alegarse por supuesto que el surgimiento de los llamados ismos estuvo presente en el mundo occidental (Francia, España, Alemania) pero sólo en Latinoamérica significó no sólo la revolución contra una forma arcaica de ver el mundo, una ruptura contra una visión conservadora de la lengua, sino también una búsqueda de identidad que se orientó así mismo con el surgimiento del indigenismo.
La lengua nos prefigura por supuesto, la lengua no sólo indica nuestra nacionalidad, nuestras herencias y nuestros límites sino también la forma en que organizamos el mundo, la forma en que lo vemos y lo transformamos. En últimas el surgimiento de las vanguardias tratará de eso, de transformar el lenguaje que se habita para transforma en mundo que nos circunda. Es por esa razón, quizás, entre otras tantas, que los escritores latinoamericanos hicieron de la transformación del lenguaje su objetivo y su norte. Ya bien a través del repliegue visceral a las formas vivas del lenguaje como fue adoptado, asimilado y transformado por escritores como Icaza y Borges en sus primeros años, ya bien como ruptura completa como lo haría Huidobro.


El Indigenismo: Jorge Icaza y José María Arguedas.
La segunda oleada del modernismo trajo consigo uno de los grandes pilares de la literatura latinoamericana, Horacio Quiroga. Podríamos hablar de este autor como uno de los precursores del indigenismo en su preocupación acerca de la relación del hombre con el entorno de lo salvaje, del hombre viviendo al límite de la cultura. Estos elementos son observables en cuentos como “El Desierto” y “A la Deriva”, en donde la cultura es confrontada con la naturaleza y es esta última quien sale venciendo ya que el hombre solitario es sólo una criatura indefensa en contra de la naturaleza.
Para Icaza y Arguedas en cambio es el indio, la cultura indígena más bien, quien se halla indefenso ante los latifundistas y la cosmovisión resultante del mestizaje.
Para Icaza el indio es víctima de una cosmovisión extranjera que condena lo que es propio y ante la cual no puede replicar sino someterse. Así, ante una costumbre tan arraigada como la del amaño no queda sino la posibilidad del exilio en las veras del infierno (o lo que puede ser identificado como infierno). Para la visión del latifundista el amaño es pecado y condenación sin posibilidad de escape más allá del matrimonio, el cual, por supuesto, debe ser pagado en metálico y sudor. La misma muerte contiene en sí misma dos caras, la muerte en pecado como la de los animales que todos los consideran, o la sepultura cristiana que conlleva la salvación del alma. Acompañando ésta problemática se halla el asunto del lenguaje. Icaza no intenta mostrar al indio como poseedor de una sintaxis hispana sino de una suerte de lenguaje mestizo, a caballo entre la creencia cristiana y los significantes indígenas. En algunos momentos el habla de los indígenas incluso parece un juego de las vanguardias -empeñadas en deshacerse de los conectores y partículas-, “soliticus en paila grande, en candela de cerrus” ó “Amu sacristán mishcadu guañugta…”.
En “Mama Pacha” no es sólo el lenguaje de los indígenas el que es trascrito dentro del cuento, también aparecen los personajes propios de las creencias indígenas, en este caso el Huaira-Huañuy, que al final se identifica por inacción con el mismo hijo de Mama Pacha. En este cuento Icaza advierte del peligro de reconocerse como indio; es mejor ser desarraigado que indígena, es mejor ser hijo de nadie que hijo de indio. Al igual que el cuento anterior la única posibilidad del indígena es la negación de sí mismo, de los orígenes, como posibilidad de superación. La cultura, la civilización, si se quiere se traga al indio, lo destroza, lo aniquila, lo reduce al sepulcro y después del sepulcro al mismísimo infierno. Indio sin patria, con palabra bastarda, exiliado y humillado.
En contraste la visión de José María Arguedas pone en juego una visión del indio más rica y colorida. Al igual que en Icaza el indígena es tomado por ignorante desde la civilización sin embargo es más notorio el proceso de mestizaje que a nivel lingüístico realiza. Si en Icaza el lenguaje del indígena se trascribía como una suerte de dialecto del español, en Arguedas el lenguaje indígena no se reduce sólo a las palabras en la narración –Aylillay, aylillay/Uh huayli/ Aylillay, aylillay/Uh huayli.// Señores Cabildo/ señores comunes/ hermosa palabra…/- y en los diálogos sino que se expande dentro de la misma construcción de las frases tomando parte en la sintaxis del relato a nivel macro[1] y micro, forjando así una narración más compleja y rica llevándola incluso al nivel psicológico de los personajes que se muestran más contradictorios: “Ambrosio animal, Ambrosio chancho que persigue chanchas, que hace chorrear suciedad a las chanchas montándolas. Ambrosio anticristo. ¿Cómo te sale música triste de tu dedo si eres bestia?” dirá Santiago en “Amor Mundo”. Aquí los personajes no se reducen a ser humillados y vapuleados sino que se esfuerzan en encontrarle una razón a lo que está aconteciendo en ese choque de culturas.
El indigenismo como contemporáneo de los otros ismos muestra una lucha de culturas, más allá de la lucha de clases en este caso, dentro de la cual el rompimiento lingüístico cuenta con la inclusión del lenguaje, de las palabras, de la sintaxis de los indígenas en la construcción del relato.
Interludio: León de Greiff
Dice Verani en su introducción a “Las Vanguardias Literarias en Hispanoamérica” que en Colombia el vanguardismo alcanzó un escaso desarrollo debido a su carácter conservador y se refiere a León de Greiif como un “poeta de transición y simbolista, insinúa una libre inventiva de vanguardia, pero conserva formas tradicionales, fáciles y decorativas consonancias”[2]. Sin embargo a la luz de textos como el “Relato de Guillaume de Lorges” cuesta entender a que se refiere Verani con aquello de formas tradicionales fáciles. Veamos:
Yo, señor, soy acontista.
Mi profesión es hacer disparos al aire.
Todavía no habré descendido la primera nube.
Mas la delicia está en curvar el arco
y en suponer la flecha donde la clava el ojo.
Yo, señor, soy acontista.
Azores y neblíes, gerifaltes, tagres, sacres, alcotanes, halcones,
acudid a la voz del acontista.
[3]
Ó
Yo, Beremundo el lelo, surqué todas las rutas
y probé todos los mesteres.
Singlando a la deriva, no en orden cronológico ni lógico –en sin orden-
narraré mis periplos, diré de los empleos con que nutrí mis ocios,
distraje mi hacer nada y enriquecí mi hastío…;
-hay de ellos otros que me callo-:
Catedrático fui de teosofía y eutrapelia, gimnopedia y teogonía y pasofísica en Plafagonia;
berequero en el Porce y el Tigüi, huaquero en el Quindío,
amansador mansueto –no en desuetud aún- de muletos cerriles y de onagros, no sé dónde;
palaciego porto-Maestre de Ceremonias de Wilfredo el Velloso….
[4]

De Greiff (nacido en Medellín, de ascendencia escandinava, alemana y española) supone uno de los más grandes escritores de Colombia, precursor de la literatura fantástica y fundador, entre otros de la revista “Los Nuevos”. Su escritura asume en momentos la forma tradicional del soneto o la balada pero mezclándola siempre con el humor, la exageración, la burla y la inclusión de neologismos y arcaísmos.
Si bien no se apega a la consigna de la mayoría de las vanguardias – rompimiento de las estructuras sintácticas, asunción de la metáfora como forma suprema de la poesía- en cambio agrega las formas de la música como posibilidad enriquecedora de las formas poéticas. Compone de esta manera largos conciertos de palabras y pura lúdica.
Una de sus propuestas más osadas es el enriquecimiento de la lengua española con la recuperación de arcaísmos intercalados con neologismos y formas que a veces rayan en el abuso de provisión de oxígeno de cualquier lector. Suma a estos vocablos las formas extrañas – a nuestra lengua- del escandinavo y el alemán a los que sitúa sin ningún complejo ni duda junto a los nombres propios de los aztecas o los chibchas como en su “Divertimento escandinavo- chibcha”.
Tan viejo como Carracuca
se está el Adón en su bicoca,
tañendo –al par que su sambuca-
lira apolínea –si se emboca-
y el clavecín, o si lo enfoca,
si lo atempera o si lo educa
[5].

Esta posibilidad de contemporaneización de cosmovisiones tan diversas entre lo europeo y lo latinoamericano es quizás uno de los rasgos más fuertemente vanguardistas en tanto que estos movimientos lograron precisamente ese tú a tú con los autores europeos, no ya en un dialogo de hijos menores a mayores, sino en un dialogo de iguales.
A despecho de Verani la obra de Greiff, al parecer en desuso y de menor influencia que la de otros autores, ha de considerarse por su rareza, versatilidad y humor, como uno de los momentos más importantes del vanguardismo latinoamericano.

El Creacionismo: Vicente Huidobro.
Qué se puede añadir sobre la obra de Vicente Huidobro que no haya sido dicho ya en docenas de volúmenes de crítica y apreciación literaria. Su obra es el summun de la vanguardia latinoamericana, representa de manera exacta ese rompimiento tan buscado por las vanguardias con las antigua formas de la retorica de nuestra lengua. La vitalidad de su búsqueda queda plasmada de manera magistral en su Altazor, negación de las funciones del lenguaje (Altazor desconfía de las palabras,/ desconfía del ardid ceremonioso/ y de la Poesía…//// Anda en mi cerebro una gramática dolorosa y brutal[6].) al tiempo que transformación de este en objeto lúdico, rítmico, en extremo (Ai aia aia/ ia ia ia aia ui/ Tralalí/ Lali lalá /Aruaru/ urulario lalilá[7].) y celebración de la distopía como única posibilidad en el devenir del ser humano (No hay carne que comer el planeta es estrecho/ y las máquinas mataron el último animal[8]).
Huidobro al igual que otros artistas latinoamericanos del momento no es sólo ciudadano de su país o visitante ocasional de Francia, es un cosmopolita que recorre el mundo y establece sus puntos de vista sobre los lugares que visita. En “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía” Huidobro construye una suerte de guía de viajes en versión poética (cada poema pertenece a u lugar diferente) y establece una visión cínica e irónica de los sitios europeos (Yo dudo que aún en esta ciudad de sensualismo, existan falos más llamativos, y de una erección más precipitada, que la de los badajos del “campanille” de San Marcos[9])
En el mismo prologo de este trabajo ser reconocido como aquel que le ha declarado la guerra a la levita con que se escribe en España y luego,
Porque es imprescindible tener fe, como tu tienen fe en nuestra fonética, desde que fuimos nosotros, los americanos, quienes hemos oxigenado el castellano, haciéndolo un idioma respirable… Y yo me ruborizo un poco al pensar que acaso tenga fe en nuestra fonética y que nuestra fonética acaso sea tan mal educada como para tener siempre razón[10].
La vanguardia se resume quizás en esas palabras, es tener fe en la fonética americana, entendiendo esta como una suma de voces (como lo hicieron De Greiff, Icaza, Huidobro y Arguedas, entre tantos otros) ya no compuesta por vocablos ni regionalismos de manera exclusiva ni nacionalismos (y me quedo pensando en nuestra patria, que tiene la imparcialidad de un cuarto de hotel, y me ruborizo un poco al constatar lo difícil que es apegarse a los cuartos de hotel.[11])sino por una transformación constante de los diversos elementos lingüísticos que en ella se suman.
Conclusión. Las vanguardias como composición del rostro latinoamericano.
Si el modernismo fue la primera búsqueda de la visión de nuestro rostro en imágenes rotas elegidas al azar, las vanguardias proveyeron a Latinoamérica de un rostro hecho a partir de la sumatoria de los diversos lenguajes que la recorren y la visitan. Por eso su sintaxis se halla atravesada de un dejo escandinavo, otro chibcha, aqueste Inca y el de más allá el español, entre tantos otros que visita y los compones. En suma se trata de una visión proteica capaz de transformarse de manera ubicua más allá de las fronteras mismas del tiempo.
[1] “El muchacho comprobó que habían cortado los espinos a lo largo de la cima de un muro; luego saltaron a un corral. Allí vivía un chancho muy gordo; pero había también una pequeña mancha, seguramente de romaza verde.” José María Arguedas: Relatos completos. Alianza Editorial. Madrid, 1983.Pp. 224.
[2] Hugo J. Verani. Las Vanguardias Literarias en Hispanoamérica. Fondo de Cultura Económica. Segunda edición. México, 1995. Pp. 28.
[3] León de Greiff. Relato de Guillaume de Lorges. “Libro de Relatos” en Obra Completa. Tomo II. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura. Procultura. Bogotá, 1986. Pp. 205.
[4] León de Greiff. Relato de los Oficios y Mesteres de Beremundo. “Velero Paradójico” en Obra Completa. Tomo III. Biblioteca Colombiana de Cultura. Procultura, 1986. Pp. 117.
[5] León de Greiff. Divertimento Escandinavo-Chibcha. “Nova et Vetera” en Obra Completa. Tomo III. Biblioteca Colombiana de Cultura. Procultura, 1986. Pp 412.
[6] Vicente Huidobro. Altazor. Compañía Ibero Publicaciones. Barcelona 1931.
[7] Ibid.
[8] Ibid.
[9] Vicente Huidobro. “Venecia” en “Veinte Poemas para ser Léidos en el Tranvía”. Sin datos de edición. Pp. 14.
[10] Ibid. Pp. 6.
[11] Ibid.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

hola,
Ɗеbbo addmitir qque haѕta hooy ոo me
motiѵaba mսchoo estesitio, ѕin embargo actualmente estoy
vіsitandolo mass a menudo y mee еsta innteresando bastante.

A seguir igual!

Para seguir leysndo :: Carmen