Poco a poco las noches en Kalí se han convertido en una tierra de nadie. Un toque de queda tácito suena a las siete de la noche mientras los últimos trabajadores apuran el paso para ingresar a sus casas. Es a esta hora también en que las nuevas huestes nocturnas se toman a la ciudad, todos ellos parecen tener las mismas características, jóvenes entre los 12 y los 22 años de edad. La mayor parte de estos habitantes nocturnos visten con jeanes y taparrabos, portan armas confeccionadas en piedra o hueso, se maquillan con sangre y tierra, se afilan los dientes y se matan los unos a los otros en ordalías sangrientas y descontroladas.
Aunque se han intentado medidas desesperadas como la militarización de la ciudad, no han tenido más resultados que el aumento del número de enfrentamientos y perdidas materiales. En el último enfrentamiento salieron heridos 23 soldados en tanto que 4 resultaron muertos. El número de bajas y heridos entre los pandilleros es desconocido.
Al ser interrogado por este medio de comunicación el Capitán Angus de la policía de Kalí afirma que todos los esfuerzos deberían dirigirse a una toma de la fuerza pública a la ZV58a3, residencia de los autodenominados “Hijos del Neón”. Para el Capitán Angus, si se ataca el corazón de este fenómeno se tendría un éxito mayor en las operaciones.
viernes, 31 de octubre de 2008
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