-EL DESPERTAR X-
Poco a poco se le fue desanudando
el sentido de la existencia. Poco a poco se fue soltando de todo lo que podía importarle.
Realizó un breve inventario de hechos, conquistas, desengaños, logros y
fracasos que se fueron desvaneciendo en el tiempo sin dejar huella alguna en
ninguna parte. Se deshizo de cosas por hacer, de libros por leer, y en medio de
toda esa oscuridad, un pequeño recuadro de papel se negó a desligarse, se negó a
irse. La foto de Carla se mantuvo en el tiempo y en el espacio, incólume, como
muda interrogación, como diminuta presa, como un clavo ardiente al que el espíritu
de Martínez se aferró.
Martínez sorprendió su rostro en
el espejo y entendió que efectivamente alguien estaba matando de las maneras
más disímiles posibles a sus compañeros de promoción, por más ridículo que aquello
sonara, y que él se había salvado por los pelos. O mejor, por un recuerdo que
no le pertenecía.
El cerebro de Martínez, sabueso inquieto se despertó. Se dio un baño de gato y se largó a la estación donde saludó a unos pocos que lo reconocieron y a uno o dos que le habían echado en falta. Se dirigió al laboratorio y pidió una batería completa de exámenes de sangre para determinar si había sido intoxicado de alguna manera. Después fue a su escritorio mientras salían los resultados y se encontró con el grueso y polvoriento volumen del Tarmadón, señalando una de sus páginas encontró la foto tipo cédula de Carla. La página, que pudo haber sido cualquiera y que según su experiencia no volvería a ser la misma, estaba esta vez escrita en caracteres romanos y hablaba sobre Eyanael.
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