-SABLE VI-
Este salió de las tinieblas. No vestía de oscuro, ni tenía grandes colmillos ni alas membranosas. Sin embargo, a su alrededor todo se corrompía. A su paso la arena se vitrificaba y los escorpiones no podían hacer otra cosa que clavarse sus propios aguijones, al menos aquellos que no se deformaban en cosas monstruosas y desconocidas.
Este no tenía duda alguna. Universos se habían inclinado ante él y universos lo harían después. Sin embargo, esa pequeña cosa esplendía entre los mundos y sabía que tenía que ser de él. Desgarró pasajes y estaciones de transito antes de llegar a ese lugar perdido en medio de la nada.
El sable esplendía. Se incrustaba en sus ojos y luego en lo que había tras él y luego en lo que pensó en algún momento haber perdido. Poco a poco sentía que perdía las fuerzas, que la atmósfera se enrarecía, que la arena intentaba tragárselo.
Se fue petrificando con lentitud, sin siquiera notarlo. No hubo sufrimiento en él, solo descanso.
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