AXZNEL IX
Axznel
no llegó directamente a mí. Alguien vino en su nombre. Llegó con un pedido, una
citación, una muestra de respeto. Por supuesto, se me pedía salir del área
urbana, ir solo. No se dijo nada de armas.
Confieso
que me pudo la curiosidad. Salí en mitad de la noche sin que nadie supiera
dónde. A mi esposa le dije que salía a algo con los muchachos, a los hermanos,
que haría algo con mi esposa. Era una noche fría, de esas que invitan a los
lobos a los pueblos. Me arrebujé lo mejor que pude en mi abrigo y llegué al
bosque, justo al árbol viejo que no volverá a florecer jamás.
Entonces
esperé. No supe cuanto tiempo lo hice, aunque el frío parecía buscar abrigo en
mí. Entonces surgió, una sombra que había estado ahí todo el tiempo. Una sombra
que de pronto creció más allá de mi cabeza. Solo pude pensar que el hijueputa
era gigántesco. No suelo usar malas palabras, pero fue lo que se me vino a la
mente. Habíamos oído hablar de él, nos habían dicho que era negro y grande,
pero no cuanto lo era. Y en ese momento, ni siquiera tenía las alas
desplegadas.
Al
principio creí haber escuchado un gorjeo y un graznido, que luego se
transformaron en una voz grave, profunda, que parecía venir de todas partes y
de ninguna. Pensé que buscaba impresionarme, aunque no tenía mucho sentido,
simplemente era impresionante. Luego, el sentido de la maravilla se pasmó.
Recordé nuestras conversaciones en la orden, el sentido que para nosotros
tendría su muerte.
-
Tienes algo que me interesa-, dijo
el Hijo de Nut.
Saqué mi cuchillo, entonces, yo
sabía a que había venido.
Andor Graut
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