La
vio desnudarse a lo lejos en su ventana. Era solo una silueta que se recortaba
contra las cortinas, eso fue lo que más le llamó la atención. Abandonó la
página pornográfica que estaba investigando y se quedó atrapado en esa silueta
que se cambiaba de ropa tan lejos, tan ajeno a él, y aun así tan real. No supo cuánto duró ella en cambiarse, pero sí
se dio cuenta que su recuerdo le acompañó toda la mañana, y luego, la semana
entera. El sábado en la tarde, con sus padres lejos, se percató de que se había
olvidado de las chicas de las páginas, del qué pasaría si…. En la noche estaba
pendiente de la ventana anónima. No lo defraudó la espera.
La
chica de la ventana no tenía edad, por lo que sabía podía ser una anciana de
treintaypiola tanto como una chica de su edad. Esa era parte de la magia. Comenzó
a buscarla. Así dio con Carla y luego con Eloísa y con Agata y Andrea y
Daniela. Olvidó a las chicas de la red y se concentró en las chicas de la
realidad. Con los años nunca supo si había encontrado a su chica de la ventana,
sólo supo que encontró muchos tipos de amor y muchos de ellos reales. La chica
de la ventana, la intangible chica de la ventana lo había llevado de la virtualidad
a la realidad, del podría al ser.
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