Las cosas comenzaban a retornar a la normalidad. Se imponían unas cuantas
medidas sanitarias como el uso de mascarillas y la desinfección constante. Era
lo mínimo, por supuesto; pero ya se olía la fragancia de la vida cotidiana. No
habría cine como antes, pero estaba ya el autocine; no estarían las discotecas,
pero al menos se podría reunir con sus amigos. Y sobres todo estaba él, al fin
podría verle, sentirle, volverle a tener en sus brazos.
Carlos solo podía escuchar a Laura mientras le hablaba sobre el mundo
pospandemia y como volverían a retomar su relación, que había sido llevada tan
bien a través de Zoom. Solo había un problema, pensó, cuando colgó la
videollamada. Se sentía tan bien entre las cuatro paredes de su cuarto, había
logrado un nicho social tan bien construido, incluso se había conseguido otra
novia por Facebook -lo que nunca había pensado en el mundo de antes-. Así que
ahora lo que le aterraba era regresar.
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