´ SABLE
Su padre le dio una espada. Era un arma primorosa que la hubiera deseado para sí cualquier general, cualquier príncipe. Al primer combate con un Vridslav de las profundidades, la espada se deshizo como mantequilla en sus manos.
La segunda espada era de un guerrero de la antigüedad. Había sido forjada con técnicas secretas pérdidas con el tiempo. La había encontrado en el campo de la batalla y se había roto al pelear contra una manada de lobos que lo emboscó en medio de un combate. Uno de los lobos tenía ojos de plata desvaída.
La tercera espada se la otorgó la virgen diosa de un templo. Ella dijo que había sido creada por los dioses solo para él. Se destrozó al equivocar un golpe y acuchillar una pared.
La cuarta espada la soñó. La forjó en sueños a golpes contra un yunque de sueños y la templó en una cristalina agua soñada. La empuñadura figuraba unos dragones que se entrelazaban entre sí, uno de plata, uno de oro, enfrentando sus cabezas para dar inicio a una hoja curva donde estaban grabadas las palabras de Antora, Vivirás como un desesperado, y en la larga noche que presiente el desierto, te adentrarán en la soledad que es tu reino.
Cuando despertó estaba a su lado, tangible, imposible, soñado. La tomó en su mano y fue una extraña forma de sentirse completo.
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