-NÉMESIS III-
La sombra vino en la noche. La sintió en la ventana antes de adivinarla contra las tinieblas. La sintió apoyando las suaves yemas de los dedos contra la ventana y atisbando con ojos enormes en su búsqueda. Luego desapareció por un momento, el tiempo suficiente para ingresar en la posada y subir por la escalera rechinante mientras los harapos que la cubrían se arrastraban por el suelo, tan silenciosamente.
Si pudo o no entrar al hombre de negro le traía sin cuidado. Volvió a dormir sin sueños tan rápido como había despertado.
En la mañana un hombre vino a verlo. Revisó su estado, las marcas en su piel. Ordenó que se le alimentara. Le prometió que pronto se restablecería. No dijo nada cuando no encontró ningún latido ni empañó ningún espejo. En el pasado le habrían hecho preguntas, le habrían mandado a la hoguera, habrían querido inspeccionarlo con mayor detenimiento. Contra el buen sentido, el hombre de negro comenzó a sentirse interesado.
Algo sucedía en Némesis-kun. Algo sucedía desde hacía muchísimo tiempo. No era la primera vez que se encontraban con algo como él. Por primera vez desde que había alcanzado la comprensión el hombre sin nombre dio un paso consciente al frente, decidido a participar en el juego. Sonrió. Al llegar la tarde preguntó por su sable; preguntó por la montaña, preguntó por el palacio que se recortaba feroz contra la luz de la luna, preguntó por la sombra que lo habitaba y por las amputaciones.
No le gustaron la mayoría de las respuestas. Eso era lo mejor para el juego…
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