-Dice el Tarmadón-
Dice el Tarmadón,
Hubo un castillo sobre el que llovía arena. Noche tras noche, día tras día. Sucedió durante semanas, meses y años. Así, el castillo estaba siendo enterrado, y la gente tenía más dificultades para salir, al punto que la puerta dejó de existir en algún momento y hubo que empezar a salir por las ventanas.
El señor del castillo estaba muy enfermo y no había manera de sacarlo de allí, pues estaba dormido de forma constante, y las pocas veces que despertaba daba tales gritos de dolor que no había quien no se condoliera con él.
Una vez, llegó un hombre, quien sabe de dónde, extremadamente blanco, vestido de negro y con un sable a su espalda. El hombre habló con los cortesanos y se quedó a solas con el señor del castillo. Nadie supo que pasó en las paredes del cuarto, pero media hora después el señor se levantó de su lecho. Luego, ambos, el hombre de negro y el señor tomaron cabalgaduras y se perdieron en el horizonte. Desde ese día dejó de llover arena. Hubo unos, los más osados, que dijeron haber encontrado fuera de las murallas grandes pedazos de cristal.
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