sábado, 15 de mayo de 2021

SABLE XI

 

-SABLE XI-

 

 

Ahí, bajo el sol reverberante se halla el sable. Duele a la vista y el chico no sabe por qué. De alguna manera no termina de entender aquello que está ante sus ojos porque es la primera vez que ve algo real. 

Poco a poco lo va entendiendo. La empuñadura, de oro y plata, dibuja un par de dragones alados entrelazados, cuyas cabezas se extienden hasta formar la guarnición. La hoja es simple y limpia con una ligera curvatura. El filo es capaz de cortar la luz.

El chico no ha notado que su boca está seca, que sus pasos comienzan un baile en medio del desierto, evadiendo rocas grandes y pequeñas, mientras se dirige hacia el sable, el centro del pequeño laberinto que los eones han tejido. Ojos pétreos se fijan en él, expectantes.

El chico camina. Atraviesa galaxias a su paso. Universos enteros. Atraviesa la fina membrana que separa la oniria de la realidad. Sus manos llegan a la empuñadura que le reconoce como propio. Se agita en sus venas la sangre Noar (sangre que él no sabe que posee) y siente una certeza que nunca antes había tenido.

A su alrededor la piedra toma vida y escucha el aullido de quienes han sido encerrados por una eternidad.

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