- Quiero
que entienda que esto no es personal Marcos - , Dijo Jorge a su vecino del 312.
Marcos no
respondió. La cinta en su boca se lo impedía.
- De hecho,
lo hago por mi hijo, Juan. Usted conoce a Juan. Apenas ha entrado a la adolescencia, y de un día para otro ya no
quiere salir. Dice que tiene miedo Marcos. Tiene miedo.
Marcos asintió,
como si supiera lo que se esperaba de él. En algún momento su exesposa traería
a su hija, y no sabía qué podría suceder. A duras penas sabía de Jorge. Un
hombre que parecía amable, muy educado, siempre saludaba y respondía los
saludos de sus vecinos. Algunas veces incluso hablaba con los perros como si
fuesen niños pequeños. Dos o tres veces lo había visto con un niño de aspecto
tímido tomado de la mano. Él y su hija se habían sonreído en algún momento. Ese
hombre, su vecino desde hacía quizá unos siete años, había tocado a su puerta
cinco minutos antes, con la excusa de necesitar algo de leche de forma urgente,
y luego le había amenazado con un arma. Lo había atado a la silla y le había
puesto una cinta gris en la boca. Justo como en las películas.
- Sólo voy a
tener esta oportunidad de hablar con alguien Marcos. Después de esto, todo lo
haré de una forma mecánica, industrial. Juan tiene miedo del futuro. Ha visto
muchos documentales en Netflix y leído muchos periódicos acerca del
calentamiento global y la contaminación. En casa intentamos reducir nuestro
impacto ambiental por él. Aprendimos a hacer compostaje, cambiamos el
desodorante por piedra lumbre y nos lavamos el cabello con bicarbonato de soda.
¿Sabe que el bicarbonato de soda sirve para casi todo? Mi madre tenía razón
sobre eso. Muchísima razón. Nueve de cada diez médicos recomiendan el
bicarbonato de soda para tratar la gastritis inicial. En todo caso Marco, a
Juan no le ha parecido suficiente. Ha intentado difundir sus ideas en el
colegio y le han dicho hippie cochino.
Jorge torció el gesto por un momento y se quedó en silencio. Finalmente llegó a
la conclusión de que el problema es la gente. Es la gente y no lo discuto.
Somos muchos. Pero sabes cómo son los chicos de hoy. Mucha palabra y poca
acción, y él es como todos los adolescentes, como cangrejos, ¿sabes? Ponen sus
mejores caras de duros, pero por dentro son blanditos, como los cangrejos. El
caso es que como padre tengo un deber, hacer del mundo un lugar mejor para él.
Y tu no te ayudas Marcos. No reciclas, estás a favor del uso del glifosato, no
asistes a las marchas en contra del fracking.
Eres demasiado gente. Demasiado. Gracias por escucharme Marcos, espero tu
familia lo entienda, porque si no cambian su forma de vida me tocará hacer con
ella lo mismo que contigo.
- Gracias
por entender Marcos- dijo Jorge amablemente antes de dispararle en la cabeza.
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