-LOS SOÑADOS-
- Quienes seguimos el Tarmadón no venimos de ningún lado, no pertenecemos a ningún tiempo; nuestra fe no tiene ningún origen, porque ningún sueño es preciso con su origen. Somos el sueño. Eso es algo que debes entender – dijo el acólito al hombre con el que conversaba -. Luego añadió, - nuestro mayor deseo es servir al Soñador.
Los soñados habían esparcido su fe a lo largo y ancho de los puntos cardinales y nadie recordaba cuando ni donde habían iniciado. Algunos historiadores afirmaban que su fe era tan antigua que su origen se remontaba a tres o cuatro milenios en el pasado, en tanto otros databan su existencia en unas pocas décadas. Su fe era simple y pura: todos somos el sueño de Eyanael, y no queremos que él despierte.
Dentro de su doctrina hay diferentes ramas también. Para algunos, Eyanael no es consciente que sueña. Para otros, Eyanael tiene un propósito con sus sueños, y en algunas ocasiones emplea las figuras de sus sueños -a quienes es fácil reconocer por sus ojos que refulgen como la plata- para influir en sus sueños, modificarlo o encontrar respuestas. Hay otros, los herejes, los malditos, que afirman que Eyanael es un idiota o un loco, y que sueña sabiendo a medias que lo hace, pero intentando entender sus propios sueños, sin saber muy bien la razón de hacerlo. Por último, hay una doctrina extrema que arriesga que existe el Soñador y los soñados, pero que hay otros, que llegan por momentos, y que se oponen a Eyanael y que aman el mundo de los sueños, y que siguen su propio camino. A ellos los llaman despiertos.
Darlon camina entre todos, habla con todos, aferra el sable, asiente y, para él, cuyo origen también se pierde en el tiempo, alguna forma de entendimiento se comienza a abrir paso.
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