FIN
Existe el deseo recurrente de morir haciendo lo que amas.
Se dice que es un final poético, que es un final hermoso. En contra de la
opinión popular, no lo creo. Sin embargo, él, Samuel, lo creía.
Samuel amaba escribir como otras personas aman el queso o
a Dios. Constantemente sus ideas se traducían en palabras y estas en novelas
que se convertían inmediatamente en éxitos superventas. Incluso se decía que no
tenía una vida, sino que la había narrado; que se había creado para sí los
personajes de una esposa encantadora y de dos hijos adorables. Los demás no
sabían el infierno que era vivir con él.
Durante el último año, Samuel entró en un frenesí
desconocido incluso para él. Comenzó a escribir una saga de siete volúmenes
donde sucedía absolutamente de todo. Sin embargo, cosa a todas luces ajena a
él, el final mismo le era elusivo a pesar de que día y noche solo estaba
pensando en él. Así sucedió que la vieja Huesos le encontró una mañana y se le
llevó con él mientras trabajaba en las últimas páginas de su novela. Jamás a la
vieja Huesos le había pasado algo similar. Samuel se resistió. De nada valió la
conversación. De nada valieron las amenazas. En un punto de giro impensable, la
vieja Huesos se cansó y dejó ahí a Samuel, quien aún sigue rondando las ruinas
de su propia casa, su enmohecida maquina de escribir, buscando a través de los
siglos el final perfecto para su saga de novelas.
Dicen que el número de sus lectores aumenta mientras espera con él.
0 comentarios:
Publicar un comentario