-EL DESPERTAR II-
El cuarto se trataba de Armando Suárez. El más exitoso de toda la promoción, aquel que había sido bendecido con las mieles del éxito. Había caído desde el último piso de un rascacielos de lujo. Se pensó que se había tratado de un accidente en una fiesta, pero la autopsia había descartado rastro alguno de alcohol o de drogas en su cuerpo.
La quinta había sido, Isabel Andrade, aquella de quien nadie había esperado algo. Sobre Andrade no se consideraba la posibilidad de un crimen, porque hacía mucho tiempo se había hundido en el camino de las drogas, y era una visitante asidua de calabozos y comisarías del norte de la ciudad. Había muerto de una sobredosis, pero Martínez comenzaba a dudarlo. Todas las muertes parecían accidentes, pero todos los occisos estaban relacionados con él.
Martínez no era nadie. O mejor, era tan nadie como sus compañeros de promoción, engranajes adicionales en el sistema que no eran lo suficientemente importantes para molestar a alguien. Sin embargo, a alguien habían molestado, porque la promoción del 2012 del Leonistic High School estaba siendo diezmada.
Martínez se terminó de fumar su cigarrillo. Intercambió unas palabras con el fiscal de oficio que se encargaba del levantamiento y se fue directo a la oficina a ocuparse del papeleo y de lo que pudiera traer el resto de la noche. No le gustaba mentirse a sí mismo, pero hizo todo lo posible porque no se viera la palidez que se estaba tomando su rostro.
En la oficina le informaron del avance de un viejo caso.
Todo policía que se precie de ello. Toda criatura que cabalga tras el crimen o escapando de él, tiene un caso que tarde o temprano se queda frío y de cuando en vez se descongela a lo largo de los años. Incluso, en el caso de algunos veteranos que había conocido Martínez, se trataba de décadas. Para Martínez, se trataba del caso de Carla Suárez.
Martínez nunca había conocido a Suárez, y aun así lo sabía todo de ella. Lo que no sabía era porque la habían asesinado de aquella forma.
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