AXZNEL VII
Yo me dediqué a los saberes
prohibidos. En mi condición de viajante podía llegar a muchas bibliotecas y
librerías para conocer todo tipo de magia. Alguna divertida otra prohibida,
pero toda consistía en esforzarse, en medir sustancias, en aprender canticos, letanías,
oraciones, en preparar objetos, aprender algo de herrería y un poco de
floristería. Bueno, la verdad, lo del ikebana fue solo una excusa para hacerle
algunos arreglos bonitos a mi mujer.
Poco a poco mi estatus dentro del
grupo fue subiendo.
Los años fueron pasando. La vida
era buena.
Como grupo comenzamos a mostrar
un dominio más marcado. Echamos a los cazadores más revoltosos, tuvimos el apoyo
de la gente. El hermano Alonso se convirtió en el político del pueblo. La gente
nos referenciaba y nos quería. A mi solían verme con algo de suspicacia, sobre
todo cuando en las noches algún ruido escapaba del sótano. Un ruido o partes de
tenáculos o tenazas.
Construíamos algo que jamás
pensamos que podríamos construir, siquiera concebir, pero no olvidábamos nuestro
objetivo. O podíamos olvidar que todo esto solo podía tener sentido si nos enfrentábamos
a Axznel. Entonces encontré El Tarmadón; entonces Axznel vino a nosotros.
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