GUERRERO
Habiendo
sometido finalmente al gran dragón, el guerrero encontró que su vida carecía de
sentido. Había dedicado los largos años al enfrentamiento decisivo, se había
perfeccionado en las técnicas de lucha más difíciles de su época, y ahora, solo
doce minutos después, su némesis yacía ante él. El guerrero no supo qué hacer.
Oyó entonces que alguien tocaba la puerta
del templo. Al abrirla encontró a alguien que venía a vencer al dragón; alguien
que había dedicado toda su vida perfeccionando las técnicas de la lucha más difíciles
de su época. El guerrero se disculpó explicándole lo que acababa de suceder, y la
desazón que sentía. La idea de convertirse en el dragón se les pasó a ambos por
un momento en la cabeza, pero les sonó falsa, vacía.
Ambos bajaron la Escalera de los Mil
Dolores, mientras conversaban acerca de su vida y dolores. En el camino
encontraron a una anciana que venía a desafiar al dragón, le explicaron lo
sucedido. La anciana bajó con ellos. Encontraron muchos más aspirantes a matar
al dragón en el camino.
Al llegar abajo encontraron que eran muchos
y ninguno tenía ya un destino. El guerrero sonrió. Al fin había entendido.
-
¿Alguien tiene hambre? – preguntó. Recordó que hacía
mucho tiempo su madre le había enseñado a hacer pan.
Ese fue el
comienzo de todo.
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