PELUCHES
Los muñecos de peluche comenzaron a convertirse en un
problema. En algún momento eran tres con personalidades bien definidas y
funciones claras. Sin embargo, pronto empezaron a aparecer muñecos de todas
clases, colores y materiales. Lo que le
sorprendía es que conocía el origen de los tres primeros, pero los demás
simplemente fueron apareciendo según sus nuevas necesidades e intereses.
Cuando comenzó a asustarse, también comenzó a venderlos o
a regalarlos. Pronto, sin embargo, fueron superponiéndose a los libros. No
había ya un sitio de la casa donde no encontrará un bendito muñeco de peluche. En
la sala, en la cocina, debajo de la cama, en el baño. Incluso una vez al subir
al ático sintió veloces pies de peluche que huían.
Perdió amigos, novia y hasta a su psiquiatra.
Pronto dejaron de verlo. Una novia, que juraba que le había robado todos los juguetes de la infancia, fue a verlo una mañana de septiembre para insistirle por última vez que le devolviera su rana René, porque era el único recuerdo de su madre recién fallecida. Lo encontró debajo de una enorme pila de muñecos; su cuerpo parcialmente devorado.
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