sábado, 29 de febrero de 2020

LOS HIJOS DEL NEÓN X



     No sabíamos que Atón ya estaba buscándose en otros mundos.

Hubo quienes intentaron separar a Atón y Skin. Le contaron de la Batalla de las orejas, de las consecuencias que esto traería. Esperaban una respuesta airada, una reconvención a Skin. En cambio, la respuesta de Atón fue un llamado al levantamiento, a la batalla. Atón dijo que no podían esperar que el mundo, tal y como lo conocían siguiese de la misma forma, que, si estaban buscando un cambio, el mundo a nuestro alrededor cambiaría para bien o para mal, y que habría quienes se opondrían a sus búsquedas, y que lo único que podrían esperar era la batalla, la sangre y, quizá, la caída. Para que alguien se alce, dijo, alguien tiene que caer. Ya no somos niños, añadió, tenemos que aceptar nuestras responsabilidades. Si estamos quebrando el mundo, si estamos conquistando el mundo, no podemos esperar que el mundo nos deje hacer lo que queramos.

Lo que no sabíamos era que el mundo se le estaba quedando pequeño, que, a través de sus libros, a partir de sus libros, Atón estaba viendo otras cosas; que, a menudo, escuchaba voces que lo llamaban de otras partes, de otros tiempos incluso. Su mirada permanecía vidriosa, pérdida, explorando quien sabe que mundos, quién sabe que posibilidades entre los mismos. Durante días desaparecía en su cuarto y cuando entraban a él no lo encontraban, sólo un montón de veladoras, la ventana abierta, las páginas de los libros abriéndose y cerrándose.

Un día, Atón volvió de uno de sus viajes, se bañó, cortó su barba desmañada, se puso su armadura sónica; atravesó la ZV58a3, atravesó sus campos de cultivo, atravesó sus barrios, atravesó sus plazas y sus bares, atravesó sus escuelas, el cuartel de formación de sus milicias, la fábrica de sus armas de piedra, las canteras de obsidiana a cielo abierto; tomó su corcel metálico y salió a la ciudad; salió así a Kalí.

No sabíamos que Atón ya estaba buscándose en otros mundos.

sábado, 22 de febrero de 2020

LOS HIJOS DEL NEÓN IX


HASTA el momento de la batalla de las orejas, Los Hijos del Neón habían sido vistos con extrañeza, pero tratados con cierta tolerancia; al fin y al cabo, existían otras amenazas en el país, otras problemáticas: la corrupción, el desempleo, los sobornos, las disputas fronterizas, los nacimientos de nuevas guerrillas y grupos paramilitares, las nuevas drogas que inundaban las calles. Los mismos viejos problemas sin solución en pro de los mismos viejos intereses. Sin embargo, la batalla de las Orejas creó algo que no se esperaba. Imitadores. Pronto en Suamox y Madein comenzaron a reunirse grupos de neoprimitivistas que se tomaron las calles. No de forma intencionada, no de forma organizada, pero el cambio comenzó a hacerse sentir. Las ventas de armas en el mercado negro bajaron, lo que afectó algunos ingresos extras de las fuerzas de seguridad. Luego comenzaron los ataques con armas de piedra, lanzas, flechas y hachas. Algunos centros de salud y hospitales comenzaron a colapsar. Luego, comenzaron las expansiones de las Zonas de Violencia Controlada, a la manera de tumores en un cuerpo canceroso. La gente de bien exigía soluciones. Por supuesto se formaron omisiones; por supuesto no sirvieron para nada.  

LOS HIJOS DEL NEÓN VIII


RECUERDAS como comenzó todo, por supuesto. Fue primera plana a nivel nacional e internacional. Varios hilos se dedicaron a ello, hubo videos, parodias en tik toksendas fotos de las víctimas, acusaciones a los victimarios, petición de intervención internacional por parte de un gobierno que sentía que todo se le había ido de las manos.  

Hasta ese momento, las incursiones de Los Hijos del Neón habían consistido en anexiones de territorio para procurarse espacio de vivienda, pastoreo y cultivos. Sin embargo, el plan de Skin buscaba desestabilizar la ciudad. Siendo sinceros no buscaba nada más allá del pillaje y la destrucción; desahogar su ira, recordarle a sus propios seguidores que había alguien más que Atón en la ZV58a3. 

Así que Los Hijos del Neón surgieron en el centro mismo de la ciudad, destrozando todo a su paso. La consigna era simple, provocar el caos de la mejor forma posible. Así que comenzaron a competir por trofeos, decidieron que el mejor hijo del neón sería quien tuviera la mayor cantidad de orejas.  

No les importó de quien provinieran. No tuvieron en cuenta sexo, edad, color o proveniencia social (incluso llegaron a atacarse entre ellos). Simplemente se fueron encima de cualquier delante de ellos y lo cazaban como un animal, lo maniataban y le arrancaban las orejas con sus cuchillos de piedra.  

Algunos cuentan por cientos las víctimas de esa noche. Hay quienes hablan de miles. Las escenas captadas por cámaras de seguridad mostraban a fuerzas del orden incapaces de hacerles frente. Fue una masacre, fue una salvajada, y aun así, solo marcaría el surgimiento de cosas peores, aunque no siempre fueron perpetradas por Los Hijos del Neón. 

sábado, 8 de febrero de 2020

LOS HIJOS DEN NEÓN VII


CON todo, lo verdaderamente preocupante no fue la irrupción del ejército en medio de un territorio para ellos por completo desconocido, sino la transformación que comenzó a sufrir Atón. Quien hasta el momento sólo había sido un bicho raro, que lideraba la tribu teniendo su nariz metida en sus libros, se comenzó a convertir en una especie de chamán. Cada vez hablaba de forma más enigmática, y su apariencia era cada vez más abandonada. Sus ropas eran solo andrajos y de su rostro sólo se veía lo que permitía una suerte de maraña desigual que le crecía a modo de barba.

Los comentarios aumentaron, por supuesto. Sin embargo, el más común, el que lo complicaba todo, es que el nombre de Atón no aparecía en El Tarmadón, que escapaba, de alguna manera, de la mirada de Eayanael, que quien lo seguía, seguía un camino escondido a la mirada de los dioses y de los hombres. Poco a poco el nombre de Atón fue más temido, reverenciado y temido, lo que daría lugar al desenfreno de Skin, quien cada vez se volvía más brutal. Fue eso lo que, quizá, dio lugar a la batalla de las orejas.

sábado, 1 de febrero de 2020

LOS HIJOS DEL NEÓN VI



LA verdadera revolución, como no lo dicen tus libros de historia, comenzó entonces, con el retorno de muchos de aquellos que se habían desplazado, con el ingreso de muchos que habían concebido el progreso midiéndolo en la cantidad de distancia que pudiesen poner entre ellos y una Zona de Violencia Controlada. Ese no fue el problema, por supuesto. El problema, fue que Los Hijos del Neón, reconocidos como líderes, como señores indiscutibles de la ZV58a3 se las vieron pronto con el otro lado del poder, la responsabilidad. Millares de rostros se volvían a ellos solicitando respuestas ante su hambre y su opresión.
Recuerda que la ZV58a3 era una tierra desolada, de nadie, en la que no se hacía ninguna inversión desde décadas atrás; que era un parche árido y reseco, pleno de tugurios y contaminación, junto con otras Zonas de Violencia en los límites de la ciudad. Eran zonas de frontera, tierras de nadie.
La solución fue sencilla, por supuesto; fue brutal, por supuesto; fue Atón, reclinado en sus constantes libros que nadie sabía de donde había sacado, quien la dio: había que tomarse la ciudad. Poco a poco por supuesto, metro a metro, barrio a barrio, pedazo de tierra tras pedazo de tierra. Sin más armas que palos y piedras, sin mayor tecnología que unas cuantas motos robadas que servían de caballos. Sin más vidas que arriesgar que las propias. Su método, la guerra de guerrillas; emboscadas constantes, ataques a joyerías y centros bancarios inoperantes para distraer a la policía, en tanto del otro lado de la ciudad se anexaban un barrio entero que luego era vallado, anexionado a la ZV58a3, que de esta forma crecía como un tumor infecto. Pronto la ciudad sólo tuvo una solución: llamó al ejército. Mientras tanto, la ZV58a3 descubría la agricultura.