sábado, 26 de octubre de 2019

HALLOWEEN



El robot se levantó en medio de un campo de calabazas un 31 de octubre. No sabía de dónde venía ni cual era su objetivo en la vida. Con rapidez, sin embargo, los habitantes del pueblo lo tomaron como uno de los suyos. Alabaron la calidad de los detalles de su vestuario, su exquisito buen gusto, la forma en que el sol hacía centellear el metal que era su piel; la forma en que se había metido en el personaje. El robot los dejó hacer porque no sabía de qué forma reaccionar. A sus palabras respondía con luces de colores, que ellos no terminaban de entender.

En la mitad de la noche, justo cuando el mejor disfraz iba a ser escogido, el robot vio una figura que se escondía detrás de una bruja y un espantapájaros. De inmediato se encendió una luz de advertencia en su visor y se activó sistemas de armas. Al día siguiente el borracho del pueblo llamó a la policía. Diez años después nadie sabe qué originó esa matanza de Halloween.

sábado, 19 de octubre de 2019

BIBLIOTECA



Quemó la biblioteca por entero. Redujo a cenizas cada tomo, cada página, cada recuerdo asociado con ella; quemó cartas, flores secas, plumas encontradas, notas de amor. Quemó fotografías, muñecos separadores… quemó su vida entera. Con cada libro que quemaba sentía que se iba una fibra de su ser, de su alma eterna; con cada página condenada al olvido, sentía que la esperanza de cualquier futuro se desvanecía.

Pronto las llamas crecieron alto y comenzaron a rodearlo. Llamas alimentadas por amores imposibles, por búsquedas de venganza, por revisiones históricas, por ásperas naves que surcaban el universo de futuros inconcebibles, por sesudas revisiones de los hechos a la luz de argumentos cada vez más oscuros; por raudas líneas de luz hechas palabras…

Pronto ardió su carne también, y después de su carne ardieron las calles, la ciudad y el país entero, para luego apagarse y dejar al mundo entero sumido en las tinieblas.

Tiempo después, el Cromañón le dijo a otros, ¡qué buena fogata aquella!  

sábado, 5 de octubre de 2019

METEORITO



Lo predijo la NASA  con exactitud matemática y cuántica. Estábamos condenados. El meteorito caería exactamente a las tres de la tarde, el día de cumpleaños de Juana, la hora precisa en la que Juana había nacido. Como hecho curioso hay que señalar, que en lugar de la serie de números y letras con la que se conocen a los meteoritos, a este le habían puesto Juana. Juana, la persona, no el meteorito, por supuesto, no se inmutó. Fue meticulosa La niña perfecta, la niña de papi, el centro de su grupo de niñas populares, decidió que aquel día era suyo y de nadie más. Así que se escapó de su cortejo de aduladores, se bebió en media hora una botella de whisky acompañada de un cigarrillo de su hermano; encontró la dirección de su profesor de biología, se metió en su casa y le robó un beso antes que él siquiera supiera qué estaba pasando; luego liberó unos cachorros atrapados en una tienda de mascotas. Aún no eran las diez de la mañana y ya el meteorito se dejaba ver a simple vista en el cielo azul. De no ser así, yo estaría envolviendo el regalo de Juana, y estaría preparándome para decirle todo lo que sentía por ella. En cambio sólo le hice de chofer para que ella hiciera todo lo que quería hacer. A las 2:58 de la tarde, le pregunté si quería ser mi novia. A las 2:58 con 3 segundos me había dicho que sí. A las 2:58 con 20 segundos nos estábamos besando; el primer beso de mi vida, el último de la vida de Juana.  A las 3: 01 el meteorito había pasado de largo, se había arrepentido a último minuto dejando atrás un mundo en caos, pero con la mano de Juana entrelazada con la mía.