sábado, 27 de marzo de 2021

SABLE IV

 


-SABLE IV-

INTERLUDIO

 

Es el tiempo del érase una vez, de las grandes gestas, de las conquistas de los territorios, de las revoluciones y la rebeldía. He ahí un chico que se observa a sí mismo y sus semejantes y descubre que todo está mal, que el futuro es un camino triste y en declive. Si fuese un chico sociable armaría una pandilla o, al menos, se integraría a una; pero está pasando una fase solitaria y siente que tiene que hacer algo, que la rabia le bota por los poros y que las redes no le bastan. Siente que el mundo es hipócrita, inhóspito y corrupto. Y lo es.

Así que este chico, del que no nos ocuparemos a fondo en este momento, al menos no de él ni de su cabello grasiento y su tez cobriza ni de su estatura inferior al promedio, incapaz de negar la sangre indígena en sus venas; no nos adentraremos en los cortocircuitos mentales que pueden causar el escuchar música de Bach y de anime en una misma lista de reproducción; diremos en cambio que está solo y que un cambio se avecina. Solo diremos que él quiere provocar este cambio.

 

Su actuar es inverosímil, torpe e inadecuado, pero no tarda en ser viralizado. Por las noches, las sedes de diferentes bancos son atacadas por un hombre que se desplaza en motocicleta y lanza cocteles molotov contra sus fachadas. Es una noticia anecdótica hasta que el vigilante de un banco muere y el fuego se extiende y una sucursal del Banco de Kalí es devorada por las llamas.

Las rondas policiales aumentan. Se pagan recompensas, hay oídos en las calles. Las cosas se complican cuando comienzan a haber más ataques de forma simultanea en diferentes partes de la ciudad, al inicio, luego en diferentes partes de la nación.

La premisa es estúpida y pobre. La revolución comienza.

sábado, 20 de marzo de 2021

SABLE III

 

-SABLE III-

 

     La segunda vino allende las riberas del sueño. Era una niña de tez sonrosada y cabello corto y oscuro que se perdió corriendo detrás de un conejo.  El conejo atravesó de un salto el desierto, pero la niña aún no había aprendido a hacerlo.

     Estaba perpleja, por supuesto, y en medio de la nada el sable fue su faro y su guía durante días. Se destrozó los pies en el camino, pero al fin llegó al sable y al monolito junto a él. El sable brillaba para ella con luz propia, más refulgente que el mismo sol. Sus manos tomaron vida propia y acercándose. Fue entonces cuando llegó el conejo. Sonreía de soslayo y sacándose un alfiler de su impecable chaleco la retó a un duelo.

     La niña tomó el sable y atacó al conejo -pirata, bandido, hechicero-, quien se defendió con sorpresa y valentía, para desaparecer de inmediato en un agujero entre los mundos, mientras le gritaba que nunca le atraparía.

     Alice dejó el sable en el mismo sitio que lo encontró, pues así le habían enseñado que hiciera con las cosas ajenas, y siguió detrás del conejo.

sábado, 13 de marzo de 2021

SABLE II

 


-SABLE II-

 

     Hay épocas en las que el viento se levanta en el desierto. Son tormentas que barren todo a su paso y al irse dejan todo como si fuera nuevo.  A veces descubren cosas escondidas, a veces entierran cosas nuevas. En medio del desierto, de todos los desiertos, se encuentra clavado el sable. Ante él llegó el elegido.

     Miradlo si podéis. Contemplad el portentoso prodigio que es su cuerpo, sus ojos sus labios, su túnica. Su sola existencia purifica lo que encuentra a su paso al tiempo que descubre su impiedad. No somos nada ante él, ni siquiera nos merecemos el milagro de su presencia.

     Desciende, por supuesto, transportado en un rayo de luz. Se detiene a un centímetro del suelo para que este no holle las suelas de sus sandalias. El inmaculado avanza. De un momento a otro pone una rodilla en el suelo, mientras sus ojos se cierran y sus labios musitan una plegaria. Nos recuerda así que hay algo más alto que él.

     Llega al lugar donde está enterrado el sable y lo agarra sin dudar con su diestra. No hay pureza en su rostro ante la respuesta del sable, solo dolor. Su cuerpo entero se contrae en un rictus agónico de dolor y desesperanza. Todo él se marchita, se petrifica. Se convierte en el primero de los monolitos que irán rodeando el sable a lo largo del tiempo.