El
flautista salió a escena y se paralizó al ver a la multitud. Para ser más
precisos, se paralizó al sentir los ojos de su antiguo profesor de música sobre
él. Los ojos penetrantes de aquel profesor - segunda fila, tercer lugar
contando desde la derecha- que le había enseñado todo lo que sabía desde que supo
que la música era lo que le apasionaba. Recordó, bajo el silencio atronador y
los reflectores, cuando él le ayudó a sacar su primera melodía, cuando le
conoció por primera vez, cuando le presentó su primera chica, cuando ganó su
lugar en la sinfónica, cuando le mató diez años atrás…
sábado, 28 de septiembre de 2019
sábado, 21 de septiembre de 2019
LA CHICA DE LA VENTANA
La
vio desnudarse a lo lejos en su ventana. Era solo una silueta que se recortaba
contra las cortinas, eso fue lo que más le llamó la atención. Abandonó la
página pornográfica que estaba investigando y se quedó atrapado en esa silueta
que se cambiaba de ropa tan lejos, tan ajeno a él, y aun así tan real. No supo cuánto duró ella en cambiarse, pero sí
se dio cuenta que su recuerdo le acompañó toda la mañana, y luego, la semana
entera. El sábado en la tarde, con sus padres lejos, se percató de que se había
olvidado de las chicas de las páginas, del qué pasaría si…. En la noche estaba
pendiente de la ventana anónima. No lo defraudó la espera.
La
chica de la ventana no tenía edad, por lo que sabía podía ser una anciana de
treintaypiola tanto como una chica de su edad. Esa era parte de la magia. Comenzó
a buscarla. Así dio con Carla y luego con Eloísa y con Agata y Andrea y
Daniela. Olvidó a las chicas de la red y se concentró en las chicas de la
realidad. Con los años nunca supo si había encontrado a su chica de la ventana,
sólo supo que encontró muchos tipos de amor y muchos de ellos reales. La chica
de la ventana, la intangible chica de la ventana lo había llevado de la virtualidad
a la realidad, del podría al ser.
sábado, 7 de septiembre de 2019
CANCIÓN
Se
le había pegado una canción. Se le pegó sin razón alguna, vino de la nada y de
la nada se le pegó. Se descubrió tatareándola en medio de un examen y de ahí se
la llevó consigo al baño y luego al partido de baloncesto. Era una cosa
pequeñita, una tonada simple y dulce, de la que se sabía sólo uno o dos versos.
Hablaba de amor, por supuesto, aunque aún no se había enamorado. La canción le
acompañó a casa, y aunque normalmente ninguna canción le había durado tanto
tiempo en la cabeza no le molestó, le hacía compañía. La canción incluso sobrevivió a su
jornada en el gimnasio. Una y otra vez, los mismos tres o cuatro versos que ya
estaban comenzando a perder sentido de tanto ser repetidos. Hablaba del amor,
por supuesto, aunque aún no se había enamorado. Entonces, comenzó a escuchar la
canción, no ya en su mente sino con sus oídos, sonaba cerca, así que se dirigió
a su origen y se encontró de pie frente a un apartamento con la puerta abierta,
un bose a todo volumen y alguien que cantaba a todo pulmón su canción. Hablaba
del amor, por supuesto, aunque aún no se había enamorado. Eso, claro está,
podía cambiar en cualquier momento.
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