domingo, 23 de mayo de 2021

BRUJERÍA

BRUJERÍA

La encontraron. La ataron. La arrastraron fuera de su casa, de todo lo conocido y lo amado.

La torturaron. La obligaron a confesar lo que sabía y lo que no; lo que había hecho y lo que no; lo que sentía y lo que no.

La desnudaron y la avergonzaron. Le montaron un juicio de opereta que ya estaba decidido. De nada valieron los testimonios que hablaban de la ternura de sus labios, de la sabiduría de sus manos, de la certeza de sus consejos.

La ataron a un pilar y la quemaron, mientras salmodiaban sus extraños cantos en un idioma incomprensible, en una ley para todo el pueblo desconocida.

Luego se fueron todos menos uno. Se quedó para que no olvidarán la Ley.

Las vacas siguieron muriéndose, los niños siguieron enfermando, las doncellas seguían escapando con jóvenes idiotas.

El hombre que se quedó solo atinó a decirle al pueblo que la bruja los había maldecido a todos. Luego se marchó.

Se quedaron con una Ley y un vacío en el corazón.

De seguro se trataba de la maldición de la bruja.

sábado, 22 de mayo de 2021

SABLE XII

 

-SABLE XII-

No hubo sable. Solo oscuridad. Luego nada.

     Alcanzó a rozar la empuñadura antes de que el mundo se le viniera encima. Sintió arañazos, mordiscos, golpes, sintió que el aire se le escapaba. Un tentáculo se enrolló en una de sus piernas. A pesar de todo intentó seguirse arrastrando. Creía ver una luz nimbando el sable y detrás de ella algo como una silueta. Agudos dientes le atravesaron una muñeca. Una cola escamosa buscó estrangularlo. Se encontraba tan cerca. Una llama de fuego envolvió todos y a todo. Cerró los ojos. Curiosamente no sintió nada.

     Nada.

     Se fueron las escamas, los pelos, las garras, los dientes, el cuero; se fue la opresión. Por un momento pensó que había muerto. Luego recordó el sonido de la camioneta, como su comprensión del todo había cambiado, los fríos ojos grises, el desierto y el sable. Sonrió. Abrió los ojos. Un rostro demoniaco se abalanzaba sobre el suyo, una garra intentaba sacarle un ojo. Se alzó. Los cuerpos cayeron tras él como muñecos de trapo. Lo vieron con estupor.

     Delante de él estaba el sable. De tras de él había otra figura que se le parecía; que vestía lo que parecía ser una vieja armadura de cuero y un sombrero de hongo en la cabeza. La figura sonreía, y al igual que el sable, al igual que él, era real.