martes, 16 de febrero de 2010

Estado de miedo

Uno de los escritores más lucidos que he conocido (está bien, que he leído) es Michael Crichton, quien falleció el año pasado. Me acerqué a su obra por Jurassic Park (publicado por Círculo de lectores), una obra encantadora y divertida que me dejo con Un interés adicional, la teoría del caos. En Jurassic Crichton hace unas reflexiones bastante interesantes sobre las cosas que están en juego cuando hablamos de la estupidez humana y el desarrollo tecnológico al tiempo que califica de estúpida nuestra presunción al hablar de la destrucción de la tierra. Presunción y estúpida, aduce Crichton, porque la tierra podrá asumirlo y la vida siempre buscará la forma de continuar. El problema no es de la vida, es nuestro, porque al fin y al cabo a la única especie que le compete nuestro fin es a nosotros mismos.

Hablaba ayer con una amiga sobre el calentamiento global y no pude dejar de mencionar la última novela que había leído de Crichton, “Estado de Miedo”. En ella se ataca el ecoterrorismo (que no consiste en el ataque sistemático contra las sedes de los grupos ecológicos o de hábitats naturales) una forma extremista de hablar de los cambios ambientales y las incidencias del ser humano en dichos cambios con el fin de producir miedo sobre nuestra capacidad destructiva del medio ambiente. Miedo que se traduce en una mejor posibilidad de lograr control sobre nosotros.

Con una calma lucida, Crichton no sólo nos deja meternos en la piel de sus personajes mientras nos va soltando datos de estudios ambientales sino que con la minucia de un bibliotecario respalda todas sus afirmaciones con citas y referencias documentales reales que son la envidia de cualquier tesis doctoral.

Es curioso porque el fenómeno contra el cual se lanza en ristre Crichton es el calentamiento global, que no es un hecho sino una teoría. Digo curioso porque a partir de mi encuentro con el libro, he estado cada vez más pendiente de los términos que se usan en los noticieros al hablar del tema y resulta, ¡oh sorpresa!, que el termino está siendo cada vez menos utilizado en tanto que la expresión, cambio climático está cada vez más en boga.

Por supuesto en mi disputa no me fue tan bien. Después de descalificar los modelos climáticos actuales (tienen un alcance de más de cien años cuando el clima es impredecible más allá de una semana, con mucha suerte) se me dijo que no opinara de lo que no sabía (mi amiga es ingeniera ambiental). Curioso fin para una discusión en la que aparentemente todos estamos llamados a opinar, excepto cuando disentimos del estado de miedo.

1 comentarios:

Marta Rengifo dijo...

¡Qué gran libro! No solamente dan ganas de releerlo sino de compartirlo. y aprenderse de memoria algunos fragmentos.