jueves, 6 de mayo de 2010

De Stephen Crane

En el desierto


vi una criatura, desnuda, bestial,

que, en cuclillas en el suelo,

sostenía su corazón en las manos,

y comía de él.

Dije: «¿Está bueno, amigo?».

«Es amargo, amargo —respondió—;

pero me gusta

porque es amargo,

y porque es mi corazón.»
 
Traducido por Daniel Romero