martes, 19 de julio de 2011

Ciencia Ficción y Fantasía en Colombia

Según el artículo de El Espectador, ¿A dónde te fuiste fantasía? http://www.blogger.com/(http://www.elespectador.com/impreso/cultura/articulo-284469-donde-te-fuiste-fantasia [19/07/11]), las librerías Francesa y Nobel han convocado para esta semana unas tertulias sobre literatura fantástica con el fin de que se reencuentren los viejos y nuevos lectores de este género literario. El tono del artículo sin embargo es precario y generalizador. Por un lado se apega a la definición de Todorov de lo que es Fantasía, desvinculando así a autores como J. R. R. Tolkien o C.S. Lewis, quienes se hallan fuera de estas definiciones. En segundo lugar desconoce la existencia de una tradición fantástica latinoamericana anterior a Borges y a Cortázar; y en tercer lugar sitúa el origen de la literatura fantástica en Estados Unidos con las obras de Poe y Lovecraft, cuando la literatura fantástica nace en Europa, a finales del siglo XVIII.

La información de El Espectador es superficial y desconoce además una responsabilidad esencial en la existencia de escritores de literatura fantástica en Colombia, la editorial. Dice este mismo informe que Colombia posee una tradición más realista. Esto es inexacto y desconoce las tradiciones por las cuales se ha dado esto. Colombia es uno de los países más conservadores de latinoamerica, en donde hasta los gobiernos liberales llegaron a considerar a los indígenas como símbolos de atraso y propusieron la solución de exterminar la mayor cantidad de negros e indígenas, como sucedió con el gobierno de Rafael Uribe Uribe. Uno de los efectos de este tipo de políticas se refleja en el campo educativo, donde las editoriales y docentes aún se inclinan hacia los textos moralizantes y aleccionadores como los más indicados para el público infantil y juvenil. En donde los padres se escandalizan ante una escena de corte sexual por considerar que los “niños” no deben saber de esas cosas. Nuestras editoriales son así, pacatas y conservadoras, al menos hasta donde las cifras lo den. Porque de la misma manera salen a la luz porquerías como “El cartel de los sapos” o libelos de mierda que hablan sobre las prepago colombianas.

Son pocos los intentos de publicación de literatura fantástica en nuestro país. Uno de ellos es Vampyr de Carolina Andujar. Que se dio a conocer primero de manera independiente, y luego si publicado por Editorial Norma. Otro de los ejemplos es Egon de Edgard Westendorp, colombiano a pesar del apellido. Qué decir de la obra de Antonio Mora Vélez o de René Rebetez, que parece ser más conocida por fuera que dentro de Colombia.

La literatura fantástica en Colombia no ha tenido mucha oportunidad, la verdad sea dicha, porque se hallan más interesadas en las historias de sangre y cocaína, que puedan ser llevadas más rápidamente al cine o a la televisión. Incluso los editores se ufanan de publicar este tipo de obras, como quien crea una nueva franja editorial.

La literatura fantástica Colombiana, señores de El Espectador, se halla viva, en la medida en que a las editoriales les interese publicarlas y se den a la tarea de descubrirla.