sábado, 16 de mayo de 2020

BICHOS


     Una era normal. Lo esperado. Dos eran molestas, pero tolerables. Sin embargo, la cosa comenzó a sorprenderle cuando encontró tres revoloteando por ahí. Ya tenía suficiente con los zancudos como para ahora tener que aguantarse a las moscas. Cuando fueron cuatro, que se negaban a irse por más que se les hablar con delicadeza y se les abrieran las puertas y ventanas, la cosa se puso bastante molesta. Había que hacer maromas para cocinar el almuerzo sin que los bichos horribles se pararan sobre la comida. Entonces hubo que recurrir al veneno. Se descubrió horas enteras esperando que una de ellas se posara en alguna parte para rosearla con Raid, y luego verla con un placer perverso como se iba debilitando, caminando más lentamente para morir. Pero entonces fueron cinco. No supo cómo, pero eran exactamente cinco. Ni una más ni una menos. Mataba a una e ingresaba otra. Estalló la guerra. Se puso la máscara de gas e hizo estallar granadas de insecticida por toda la casa. Colgó de hilos rojos los cuerpos de las moscas caídas en los ventanales como advertencia. Medio intoxicado venció. Abrió puertas y ventanas para dejar salir el veneno. Entonces notó que entraba una hormiga a la casa.

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