Se arregló de nuevo el nudo de la
corbata frente al espejo y salió para la entrevista del colegio. En la oficina
lo recibió una criatura enorme frente a la que se sintió como una hormiga, a
pesar de su metro ochenta de estatura. El hombre lo invitó a sentarse se sentó
frente a él, tronó sus dedos, le sonrió con una boca amplia y llena de dientes
como la de un tiburón, y luego le hizo la pregunta de rigor: ¿Por qué desea
estudiar en nuestro colegio, señor Álvarez? No hubo otro saludo de por medio, ni siquiera
una presentación.
Andrés parpadeó tres veces antes
de siquiera darse por enterado que la entrevista no había comenzado y ya iba
por la mitad. Sintió que estaba siendo medido y analizado sin ningún tipo de
piedad.
Había acudido al colegio Itaú
porque los modelos escolares basados en el mundo bancario se habían mostrado
eficientes alrededor del mundo, garantizando a sus alumnos un empleo inmediato
en sus call center o un empleo
posterior en algunas de sus tantas compañías anexas dependiendo de la carrera
que hubieran estudiado. Una vez miembro de la familia Itaú, siempre serías uno
de ellos. Se interrumpió al sentir que la mirada de la criatura frente a él
exigía una respuesta inmediata. Aspiró para iniciar a decir algo cuando fue
interrumpido. Agradecemos su tiempo, señor Álvarez, dijo la criatura frente a él,
pero parece no tener lo que requerimos, algo de arrojo, certeza y decisión. La
criatura le ofreció la mano, y antes de que Andrés supiera que pasaba ya estaba
fuera de la oficina. Andrés bajó la cabeza, salió del colegio Itaú, se quitó la
corbata, se dirigió al paradero del bus, y espero a que pasara la ruta que lo
llevara al colegio McDonalds más cercano.
1 comentarios:
Je,je, je, je, je...
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