viernes, 12 de abril de 2019

LEYENDA


La primera vez que vio sacrificios, Keyza aún era muy niña, de hecho, estaba en su primera o segunda muda de plumas y el mundo aún todavía para ella un lugar de maravilla y descubrimientos. Lo que no sabía es que el mundo pudiese ser tan atroz. Los cuerpos de los suyos estaban colgados de las manos en toscos postes de madera, de cuyo extremo superior sobresalían cables que mantenían extendidas sus alas.  El resultado era una burda copia de un hombre pájaro en vuelo. Sin embargo, el rostro aún agónico de los sacrificados desmentía cualquier idea que pudiese estar asociada al goce del aire.
Se prometió que nunca permitiría que algún otro ser sufriera ese destino. Veinticinco años después enfrentaría a los suyos para cumplir su promesa. Veinticinco años después  se convertiría en leyenda al abandonar a los suyos rompiendo el límpido cielo con sus alas, llevando en sus brazos a un Maklind.

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