viernes, 12 de julio de 2019

LO HAGO POR MI HIJO


- Quiero que entienda que esto no es personal Marcos - , Dijo Jorge a su vecino del 312.

Marcos no respondió. La cinta en su boca se lo impedía.

- De hecho, lo hago por mi hijo, Juan. Usted conoce a Juan. Apenas ha entrado a  la adolescencia, y de un día para otro ya no quiere salir. Dice que tiene miedo Marcos. Tiene miedo.

Marcos asintió, como si supiera lo que se esperaba de él. En algún momento su exesposa traería a su hija, y no sabía qué podría suceder. A duras penas sabía de Jorge. Un hombre que parecía amable, muy educado, siempre saludaba y respondía los saludos de sus vecinos. Algunas veces incluso hablaba con los perros como si fuesen niños pequeños. Dos o tres veces lo había visto con un niño de aspecto tímido tomado de la mano. Él y su hija se habían sonreído en algún momento. Ese hombre, su vecino desde hacía quizá unos siete años, había tocado a su puerta cinco minutos antes, con la excusa de necesitar algo de leche de forma urgente, y luego le había amenazado con un arma. Lo había atado a la silla y le había puesto una cinta gris en la boca. Justo como en las películas.

- Sólo voy a tener esta oportunidad de hablar con alguien Marcos. Después de esto, todo lo haré de una forma mecánica, industrial. Juan tiene miedo del futuro. Ha visto muchos documentales en Netflix y leído muchos periódicos acerca del calentamiento global y la contaminación. En casa intentamos reducir nuestro impacto ambiental por él. Aprendimos a hacer compostaje, cambiamos el desodorante por piedra lumbre y nos lavamos el cabello con bicarbonato de soda. ¿Sabe que el bicarbonato de soda sirve para casi todo? Mi madre tenía razón sobre eso. Muchísima razón. Nueve de cada diez médicos recomiendan el bicarbonato de soda para tratar la gastritis inicial. En todo caso Marco, a Juan no le ha parecido suficiente. Ha intentado difundir sus ideas en el colegio y le han dicho hippie cochino. Jorge torció el gesto por un momento y se quedó en silencio. Finalmente llegó a la conclusión de que el problema es la gente. Es la gente y no lo discuto. Somos muchos. Pero sabes cómo son los chicos de hoy. Mucha palabra y poca acción, y él es como todos los adolescentes, como cangrejos, ¿sabes? Ponen sus mejores caras de duros, pero por dentro son blanditos, como los cangrejos. El caso es que como padre tengo un deber, hacer del mundo un lugar mejor para él. Y tu no te ayudas Marcos. No reciclas, estás a favor del uso del glifosato, no asistes a las marchas en contra del fracking. Eres demasiado gente. Demasiado. Gracias por escucharme Marcos, espero tu familia lo entienda, porque si no cambian su forma de vida me tocará hacer con ella lo mismo que contigo.

- Gracias por entender Marcos- dijo Jorge amablemente antes de dispararle en la cabeza.      

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