martes, 2 de julio de 2019

VUELO


Tomó el avión a Quebec dispuesto a huir de todos. No hubo nadie en el avión para despedirlo ni habría nadie para recibirlo. En ese momento tomó conciencia de lo solitaria que se había vuelto su existencia, y de cuanto en verdad disfrutaba de ello.

Se acomodó en la ventanilla del avión, sintió cuando alguien se sentó a su lado, abrió el libro de bolsillo que esperaba lo entretuviera durante el vuelo, fue a acomodarse los audífonos cuando escuchó por primera vez la voz a su lado.

     Horas después, al aterrizar, se dio cuenta que su vida solitaria y sufrida se había acabado en menos de lo que dura un vuelo a Quebec.  

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