sábado, 29 de agosto de 2020

ENCUENTRO

 

                            -ENCUENTRO-

     Soñó otra vida. Una donde le llamaban señor y le quitaban una pesada prenda de vestir de su espalda; soñó que habitaba en una ciudad inmensa y extrañísima, con edificios que rasgaban las nubes hechos completamente de hielo; soñó con una mujer que le tomaba de la mano y caminaba con él y le sonreía; soñó con un ojo del color de la plata desvaída que se elevaba sobre el cielo oscuro y se clavaba en él día y noche hasta que la angustia lo derribaba y le iba corroyendo las entrañas; le iban desvaneciendo…

     Despertó abrumado en medio del bosque y se encontró con la larga figura de un hombre que lo contemplaba con fijeza.

-   ¿Qué eres? – preguntó el hombre.

El Hombre sin nombre no supo que contestar.

-   ¿De dónde vienes? – preguntó el hombre.

El Hombre sin nombre pensó en alguna forma posible de responder, pero solo se le ocurrió decir que venía del desierto, pero eso tampoco era muy exacto. Solo se sentía somnoliento y confuso. Además, le restó importancia al hombre porque no parecía ser una amenaza.

-   ¿Cuá es tu propósito? – insistió, entonces el hombre frente a él.

Al Hombre sin nombre le hubiera podido dar una respuesta a esa pregunta, pero la herida que el toro le había dejado le molestó de repente, y le obligó a dejar de ponerle cuidado por un momento. Cuando volvió la vista otra vez al frente, el hombre se había desvanecido. Debía ser parte del sueño, se dijo el Hombre sin nombre. Se lo dijo porque las personas no se solían desvanecer en medio de la nada. Por eso, y por sus ojos de vieja plata desvaída.  

 

 

 

          

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