martes, 29 de enero de 2008

Sobre los suicidas


En la tierra de los muertos se respeta a pocos suicidas, aunque se apoya la eutanasia. El rechazo y la aceptación se producen por la misma razón: la Lucidez.
El suicida es un desesperado que no puede ver más salidas a su desesperación y busca una manera de huir. La persona que pide la eutanasia sabe que no hay más salida para él que la muerte. El dolor espiritual y mental tiene curas más allá de las pastillitas de los psiquiatras y la verborrea de los psicólogos. El dolor del cáncer, después de la radioterapia y la quimioterapia, no tiene más salida que la morfina o la muerte.
Pocos suicidas son lucidos, pocos suicidas tienen claro que se ha llegado al final de un proceso. No es valentía al encarar la muerte, es cobardía de no saber como encarar la vida.
Aquí en Kalí, en esta tierra de muertos, hubo un prospecto de buen escritor, un tal Andrés Caicedo, que decidió vivir rápido y morir joven para tener un cadáver bien parecido (quería estar bien presentado para los gusanos), dejando una obra inmadura que algunos han decidido adorar sin rastro alguno de crítica por tratarse de un ícono, de una vaca sagrada. Hay que llere bien a Caicedo para darse cuenta que algunas de sus obras más celebradas como “Angelitos Empantanados” no son más que el ejercicio de una misma historia que no se supo resolver, a la que no se supo dar forma definitiva.
Muchos en Kalí, en esta tierra de muertos, no queremos a Andrés Caicedo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me uno al grupo de los que no quiere a Andrés Caicedo. Me parecen bellisimas las primeras frases de este texto!!!