sábado, 25 de abril de 2020

FRACASO



Fue el primero y también el último, aunque eso no lo sabía.

El cohete aterrizó en Marte a última hora de la mañana y el astronauta salió a tomar muestras de acuerdo al protocolo.  Trabajó sin pausa ni descanso. Los ojos en el suelo, dedicado a aprovechar lo máximo posible su estancia en el Planeta Rojo. Cuando el sol ya se estaba ocultando le pareció percibir por un momento, un movimiento como un batir de cola, y luego el sonido como de garras golpeando las piedras a media marcha. Por supuesto, al voltear a ver sólo vio las sombras de las rocas que se alargaban hacia él. Estaba más agotado de lo que pensaba. Se sentó y vio a lo lejos el punto titilante que era la tierra allá a lo lejos. 

Entonces sucedió. Algo se arrojó contra él. Algo que era todo pelos y garras, y, curiosamente lengua. Pudo sentirla a través del casco, como si este no existiera. Cuando pudo abrir los ojos se encontró con Tobías, su perro de la niñez. Un Bull Terrier alegre y enormemente juguetón. Sin poder reponerse del asombro escuchó pasos a su espalda y pudo ver entonces a su abuela, a sus padres y su esposa. Una sonrisa de alegría cruzó su rostro y corrió a abrazarlos. 

Oficialmente se consideró la misión como un fracaso. Nunca supieron los reencuentros que se habían perdido.

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