domingo, 19 de septiembre de 2021

CIRCO

 

CIRCO

Soñó con un circo. Un circo enorme, de, al menos dieciséis carpas rojas que se fueran intercambiando alrededor de un eje central, donde la experiencia fuera tan diversa que para un espectador el espectáculo siempre fuera nuevo.

No contento con los tradicionales trapecistas, payasos, fareros, ogros, bailarines, osos desempleados, beisbolistas en apuros, delincuentes juveniles, cuenteros y coreógrafos, se dio en la tarea de contratar artistas del vidrio y del cacao, de la construcción de estructuras en hielo, un político honesto, y 207 millonarios adictos a idear viajes al espacio. Nada había sido dejado al azar, cualquier contingencia había sido planeada hasta el más mínimo detalle.  

EL primer día no llegó nadie. El segundo día no llegó nadie. El tercer día solo llegó una foca proveniente de los llanos colombianos que les contó siete de dieciséis vidas (era una foca joven). El cuarto día llegó una sarta de turistas alemanes. El quinto día llegó Peter Pan y los niños perdidos. El quinto día no llegó nadie. El sexto día llegó una delegación de piratas espaciales, que disfrutaron de la experiencia durante diecisiete días seguidos dejando a cambio el resultado de media vida frenética dedicada al pillaje. El circo pudo haber cerrado entonces para siempre, pero lo mantenía era el amor de su creador y su fe en que debí seguir existiendo. El día veinticuatro llegaste tú, y te enamoraste tanto del acto de los perros pomeranes, que quisiste hacer tu propia casa de azúcar para vivir con nosotros, y desde entonces eres uno más entre quienes vivimos en el circo. ¿Ya entiendes por qué siempre estás tan cansado y el sueño nunca es reparador?

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