ESPERA
Las
columnas de cemento rasgaron la tierra. Surgieron como dedos putrefactos que
luego albergaron muros entre ellas, y se permitieron ventanas y espacios para
ser habitados por seres humanos o cosas que se le parecieran.
El
capitán Gómez vio con satisfacción como con rapidez surgía toda una ciudad que
pronto sería poblada, si más como él lograban huir de casa. Pronto hubo un bar
y también una iglesia, y una biblioteca, y una tienda de víveres que ya se
estaban cultivando en las granjas automáticas.
Pronto
sería la hora. El capitán Gómez había apostado que él y su tripulación no podían
ser los únicos, que más podrían sumar dos y dos y escapara a tiempo.
La
tripulación colocó los carteles de bienvenida y el doctor Bradbury y algunos técnicos
ensayaban con extraños instrumentos una especie de bienvenida.
Cuando
la Tierra estalló a lo lejos se quedaron expectantes, pero nunca nadie llegó al
pueblo. Recogieron sus bártulos, se miraron a los ojos y se dedicaron a la
tarea de poblar ese nuevo planeta con una humanidad a la altura de un nuevo sueño.
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