martes, 21 de octubre de 2008

Again

El ejercicio de la escritura no perdona separaciones ni olvidos. A él no le importa todo lo que tengamos que hacer, ni los libros que temgamos que firmar, ni los trasteos que tengamos pendientes. El oficio de la escritura es celoso y tiránico.
La editorial X. me ha encargado dos libros sobre mitos y cuentos, sin embargo aunque lo he intentado varias veces no he podido arrancar. A veces considero que podría dedicarme a algo menos demandante, que sé yo, promotor de lectura, expositor o mecánico de autos. Pero la demanda sigue y a aveces siento que mi cabeza puede estallar en algún momento si no pongo mis ideas sobre el papel.
Trabajar, trabajar, trabajar es la consigna. La Maistock Corp. además quiere que me deje de pávadas y escriba esa novela de la que siempre les hablo pero a la que nunca le he dedicado toda mi energía.
Y mientras tanto el mundo no deja de hacer sus exigencias, ocho meses pasan volando y ya se tienen que tener listos los tramites de hospitales, centenas de pañales, miles de biberones, decenas de vestidos para hadas y/o duendes, no sé por donde caminar sin tropezar con un juguete o un babero o los restos del útimo antojo de chocolate con ají de Isabel.
Cuanto quisiera unas vacaciones...

1 comentarios:

Marta Rengifo dijo...

¿Todavía no sabes si es niño o niña? ¿No se llama Nico?