lunes, 10 de marzo de 2008

DE ESCRITORES Y EDITORIALES


Hace cerca de un año los miembros del Grupo Literario Camelot, al que asisto con regularidad, recibimos una oferta de una editorial interesada en publicar novelas para niños. Muy acuciosos varias personas del grupo atendieron al llamado, y con esa laboriosidad que yo no tengo finalmente enviaron sus propuestas a dicha institución.
El hecho de que tres de ellos al fin van a ser publicados no es producto ni de la suerte ni de la rosca. Son buenos, en verdad son buenos (si desean conocer algo de su trabajo deberán darse un recorrido por http://elnombredelarosa.blogia.com/ ) y bastante obsesivos con sus obras.
Hace cerca de dos semanas yo decidí unirme al club y escribir algo dedicado también a los niños (en mi caso me quedé con la categoría de los mayorcitos -de 12 a 14 años) con el objetivo de buscar publicación. La primera parte de esta producción fue llevada pues ante el grupo literario y salió bastante vapuleada. Sin embargo varias de las observaciones que se dieron fueron acerca de lo que pedía la editorial y del esquema que se debía seguir. Por supuesto los consejos fueron exactos y necesarios para la obra pero en algunos casos fueron molestos. Molestos porque se referían a lo que más me molesta de algunos escritores reconocidos, es decir que siguen esquemas para su publicación.
El caso más notorio de esquematización de una obra literaria es el de “Harry Potter”. Cuando J.K. Rowling realizó el anuncio de que algunos personajes principales de su obra iban a morir, Stephen King y otros autores fanáticos del pequeño mago se unieron para pedirle a la autora que no lo hiciera. La respuesta de ésta fue bastante pragmática: “El esquema de este tipo de obras exige que el héroe llegue sólo al final”.
H.P. Lovecraft también es víctima de esquematización de sus obras en varios relatos, al punto de que se podría realizar una formula para realizar este tipo de historias. Uno de los más sonados escritores de esquemas y famoso por sus obras es el señor Paulo Coehlo, otro más es Richard Bach y así podría seguir enumerando ejemplos de libros y autores (una serie de escritores de fantasía posteriores a Tolkien y Robert E. Howard o la miríada de seguidores de Gabriel García Marqués, entre otros).
La pregunta que surge entonces es: ¿Hasta que punto el escritor debe rendirse ante las exigencias del mercado? Ya es sabido en el medio que las obras de Raymond Carver fueron re-escritas (casi por entero en algunos casos) por su editor. El mismo King se inclina ante la divinidad del editor.
Yo por mi parte he decidido escribir mi obra según mis propias reglas, aunque llegue el caso de no publicar. Estoy con Cyrano de Bergerac, al cual pone Rostand a decir en su obra que es un escritor celoso y que no aceptaría que alguien le cambiara una coma.
Si bien es cierto que un escritor novel se halla en muchos casos obligado por su propio afán de publicación a hacer concesiones con obras que considera le abrirán las puertas al mercado editorial para llegar a un momento en el que dichas concesiones las tengan que hacer las editoriales, no estoy de acuerdo a que en muchos casos por exigencias del mercado y de grupos de prueba se tengan que eliminar las partes que a un escritor más le gustan e incluso a cambiar los nombres de los personajes en aras del entendimiento.
Si así se hiciera la historia de la literatura “Ulises” jamás habría sido publicado ni muchos relatos de Poe, que fueron condenados en su época por grotescos y escandalosos. Recordemos aquí que “Moby Dick” fue bastante mal entendido en su época y que sólo fue redescubierto poco después de la muerte de Melville; la misma obra de Roberto Bolaño parece haber sido aceptada (con reticencia) sólo con su muerte. Aún hoy en día hay quienes consideran ilegibles, y con gusto le enmendarían la plana al mismo Shakespeare.
El esquema puede ser visto como una forma de lograr la aceptación en el público. Sé que mis amigos cuentan con la enorme fortuna de su talento, el cual sobrevivirá pese al intento de lobotomía de la editorial.
Por mi parte, perseverare en mi historia (que va de sociedad postapocalíptica a conflicto interracial) y espero que algún día vea la luz, incluso pese al esquema en que intenten encerrarla.
Claro, pese a todo, yo también quiero publicar y ser reconocido, de preferencia mientras este vivo y pueda disfrutarlo aunque sea en esta Tierra de Muertos.

1 comentarios:

Marta Rengifo dijo...

Me parece que el artículo da para tres. Uno en el que en una presentación somera muestres a Camelot. Otro ampliado acerca de lo que son estructuras en las narraciones. Y por supuesto, el último, acerca de lo que exigen las editoriales. Pero este artículo sin importar si esté yo de acuerdo o no; le falta el toque metaficcional de la tierra de los muertos y esa es la única ra33zón por la que no me gustó.