sábado, 3 de julio de 2021

EL DESPERTAR V

 


-EL DESPERTAR V-

 

     La clave parecía ser El Tarmadón. Al menos eso se desprendía de las imágenes y fragmentos que se encontraban en las paredes de la cueva que se formaba detrás del canal colector de aguas residuales. La misma frase -Eyanael, no me despiertes- parecía repetirse en varios idiomas, escrita en una caligrafía esmerada, y algunos diagramas se correspondían con las páginas del libro. Con algo de suerte, encontraría un traductor competente, pensó Martínez; con algo de suerte, Carla descansaría en paz.

     Se llevó el libro a casa. No esperaba poder entenderlo, pero si estudiar un poco más sus ilustraciones. Le pareció extraño no volver a encontrar los diagramas de la cueva. De hecho, por más que lo intentó, no pudo volver a encontrar ninguna de las páginas que había revisado. Pasado un tiempo, la cabeza comenzó a dolerle. Lo último que alcanzó a ver antes de abandonar el libro fue una suerte de nombre, Tzad-Alt-Buld, que recordaba haber visto en alguna otra parte.

     No solía soñar, no le gustaba hacerlo, porque irremediablemente lo hacía con Carla en el colector de aguas lluvias. Sin embargo, el sueño pronto derivó hacia el libro. Al igual que en la realidad, no podía entender lo que decían sus páginas, las palabras danzaban ante él mientras sentía que comenzaba a caer dentro de él, a ser absorbido en las aes y las úes y las oes, que pronto fueron los ojos de Carla. Entonces se despertó. Por un instante, le pareció que estaba en otra parte, un lugar de altas montañas y oscuros cielos violáceos, donde formas ciclópeas se adivinaban en el horizonte. Luego, recuperó las formas acostumbradas de sillas, mesas de noches y paredes que alguna vez habían sido blancas.

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