sábado, 24 de julio de 2021

EL DESPERTAR VII

 

 
-EL DESPERTAR VII-

     Del Tarmadón lo alejó de nuevo la muerte de otro de sus compañeros, Rodrigo Cortés. Lo último que supo de Cortés es que tres años atrás había sido ingresado en un psiquiátrico, después de que traumatizara a un grupo de niños al masturbarse agarrado a la reja del colegio en las horas del recreo. La policía tuvo que intervenir para que no lo lincharán y, literalmente lo tuvieron que arrastrar mientras Cortés echaba babaza por la boca y gritaba improperios. No se parecía en nada al recuerdo que tenía de él en el colegio, un joven brillante y prometedor, que se dedicaba a birlarle las novias a sus compañeros y sacar dieces en los exámenes.

     Ahora, lo que quedaba de Cortés yacía debajo de las llantas de un bus de servicio público. Lo reconocieron por la identificación. Los testigos decían que parecía venir huyendo de algo, pues corría sin fijarse por donde iba, pero sí mirando cada rato por encima del hombro.

     Por más que le daba vueltas al asunto, Martínez no conseguía sacar nada en claro. Con ellos había pasado lo usual, muchos saludos en unos pocos años subsiguientes a su graduación y luego cada uno había ido tomando su rumbo, salvo alguna reunión ocasional de aniversario a la que siempre iba alguien diferente.

     Martínez solía intercambiar textos con uno u otro. Había felicitado a alguno por su cumpleaños siempre que la red se lo recordara, había reído algún meme y poco más. No recordaba mucho a sus antiguos compañeros de promoción, pero las pesquisas que había hecho sobre ellos en los últimos días le contaban la misma historia. Pocos de ellos tenían alguna historia sucia con ellos; no había motivos para pensar que ocultasen algo que hubiesen hecho el verano pasado; si se hubieran cruzado por la calle algunos ni siquiera se habrían detenido.

     Siete de sus compañeros habían muerto durante el último mes. Martínez no sabía si él sería el siguiente, sólo sabía que en algún momento le tocaría.

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