jueves, 7 de febrero de 2008

NATURA DEFICIT. FORTUNA MUTATUR. DEUS OMNIA CERNIT.


Según Marguerite Yourcenar en sus “Memorias de Adriano” esta era la inscripción que se hallaba en el interior del anillo del emperador. Este galimatías traducido a cristiano rezaría: La naturaleza nos traiciona, la fortuna cambia, un dios mira las cosas desde lo alto.
La Naturaleza nos Traiciona.
Ni bestias ni dioses, algo que se halla a la mitad, aborto de lo uno y de lo otro. Eso es el ser humano. Mas nos valdría a todos hacer acopio de sinceridad y considerarnos animales con todo lo que ello conlleva. Pero no, pretendemos ser algo más.
Raza mentirosa, maltrecha y perversa por el sólo hecho de negar su naturaleza el hombre es un hatajo de instintos retenidos, a duras penas, por una tenue envoltura de conciencia. Tenue envoltura que falla la mayor parte de las veces. Refrenamos nuestros impulsos ante por temor a unas consecuencias construidas en los últimos dos o tres millones de años. Si acaso.
Gran parte de nuestras desilusiones nos la llevamos por el hecho de no saber aceptarnos como somos y anteponer una ridícula mascara de buen comportamiento y dignidad. Mascara que se rompe en la mayoría de nuestras interacciones. Bástenos para esto observar el comportamiento de cualquier institución. Los chismes, la envidia y la maledicencia son el pan de cada día. Ya lo dijo Hobbes –y no el de Calvin-, “el hombre es un lobo para el hombre”.
La Fortuna Cambia.
Hecho que se nos escapa constantemente (¡maldito el adverbio!), la fortuna es una perra infiel. En esta tierra de muertos eso es cosa sabida. Las leyes del azar gobiernan sin ton ni son nuestra vida. No hay nada de lógica en ella, las buenas intenciones no tienen ninguna influencia sobre el karma y el darma. Triunfa el pillo, el mentiroso, el ladrón, sólo por un tiempo. Tarde o temprano la espada de Damocles cae sobre nuestras cabezas sin ningún atisbo de piedad.
En tiempos de tormenta es mejor abrazar el caos, reza un proverbio.
Un Dios Mira las Cosas Desde lo Alto.
Un dios - ¿Cuál dios?-, cualquiera se divierte viéndonos avanzar a tontas y ciegas. Se divierte de lo lindo mientras pretendemos forjar destinos y esperanzas.
La creencia en un dios parece ser concomitante al ser humano. Un dios que es usado como muleta y del cual pretendemos valernos cada vez que damos uno de esos pasos ciegos hacia el abismo.
Por fortuna (adverbio terminado en mente abortado de inmediato) esta última frase tiene otra lectura que me gusta más. Para hacer lo que se quiera hacer se debe tomar una posición superior (moral, filosófica. Ética o psicológica), ver los toros desde la barrera, mirar el laberinto desde las alturas, tomar distancias, alejándonos de nosotros mismos. Sólo así un verdadero atisbo de conciencia (de naturaleza instintiva por lo regular) ilumina nuestras acciones.
Se deben abandonar los falsos dioses y entregarse a la responsabilidad de nuestros actos de manera constante.
Las enseñanzas grabadas en un simple anillo pueden iluminar la humanidad entera…

1 comentarios:

Unknown dijo...

Acertada interpretación. Quizá en época de Adriano la actitud filosófica de acerque más al estoicismo romano, que al existencialismo histórico que exhibe el comentario. Muy loable de todos modos.